El año pasado fueron cuatro españoles los que alcanzaron los cuartos de final del torneo (Juan Carlos Ferrero, Carlos Moyá, Albert Costa y Tommy Robredo). En esta edición han conseguido la proeza cuatro argentinos (Guillermo Coria, David Nalbandián, Gastón Gaudio y Juan Ignacio Chela). Hoy, los dos capitanes de la armada española y la legión argentina en París, Carlos Moyá y Guillermo Coria, se enfrentan en un partido de cuartos que muchos han catalogado como una final adelantada de Roland Garros.

Los dos han llegado a París con las mejores estadísticas sobre tierra de la temporada. El mallorquín lleva 24 victorias y dos torneos ganados (Acapulco y Roma) y el argentino 20 triunfos y también dos títulos (Buenos Aires y Montecarlo). El resto de los seis tenistas que quedan en la carrera al título estarán muy pendientes de un duelo del que debe salir el gran candidato a levantar el trofeo el próximo domingo. Y tanto Coria como Moyá lo saben. "No sé si es una final anticipada, pero yo me la tomaré como si lo fuese", comentó el tenista mallorquín, que es el único rival al que los tenistas argentinos parecen tener miedo y respeto.

El pulso entre Coria y Moyá era el partido esperado desde que se hizo el sorteo del cuadro, aunque los organizadores no parecen haberlo considerado así al trasladar el partido a la pista Suzanne Lenglen, la segunda central.

La ratonera

La pista Lenglen es una instalación con una capacidad para 10.000 espectadores (la central tiene 15.000) y catalogada como "una ratonera" por los jugadores que, desde su construcción hace 10 años, no se encuentran a gusto en ella por su lentitud y la irregularidad de la superficie. Inexplicablemente los responsables de Roland Garros la han elegido para el duelo entre Moyá y Coria, mientras han reservado la central para el británico Tim Henman y el argentino Juan Ignacio Chela.

Coria se presenta como el rival más duro a priori para Moyá, aunque si el mallorquín lo supera podría no ser el único argentino que se cruce en su camino, ya que quedan otros tres en cuartos. "Es espectacular. Eso demuestra que la camada argentina es muy buena y, tal como estamos todos, podemos llegar los cuatro a semifinales. Si lo conseguimos, los franceses se mueren", dijo Coria, ante las risas de sus compatriotas periodistas que este año están haciendo horas extras para cubrir la información para un país que ha enloquecido por los éxitos de su legión, pero que aún vive del único éxito argentino en París, el de Guillermo Vilas en 1977.