El campeón también ha fracasado en esta Eurocopa. Francia también se va, como España, Italia y Alemania, por la puerta de atrás de Portugal. Y lo hace después de protagonizar uno de los ridículos más grandes de su historia en un partido en el que Grecia le dio un baño que tardará en olvidar. Europa tendrá nuevo rey. Francia tiró ayer la corona de forma lamentable. Sus jugadores están tan cansados que no tuvieron ni fuerzas ni ganas de defenderla. Así, el equipo heleno dio la gran sorpresa. Le bastó un gol de Charisteas para clasificarse por primera vez en su historia para las semifinales de una Eurocopa. Es, sin duda, la mejor manera de vender los próximos Juegos de Atenas. No hay una publicidad mejor. Francia paga su prepotencia. El desprecio con el que ha mirado siempre a sus rivales. Santini, como Lemerre en el Mundial-2002, también se ha estrellado. El conjunto galo ya no es ni la sombra de lo que era. Sólo le queda el consuelo de vivir de rentas. Del éxito logrado en el Mundial-98.

UN ROCOSO ENEMIGO No es fácil jugar contra Grecia. No lo es. Y España lo sabe muy bien. Pero el envite se complica más si se juega con la desgana con la que lo hizo ayer Francia. Una selección que está fundida. Agotada. Fulminada. Su juego fue lento y previsible. El balón no corrió con frescura. Sus movimientos, que antes eran fruto de la inspiración, fueron mecánicos. Dos o tres pases y desplazamiento largo del balón en busca de Henry y Trezeguet. Nada más. Zidane, más interior derecho que mediapunta, está tan cansado que casi no pide el balón. Demasiado pobre para un campeón. Y demasiado fácil para dos centrales tan sólidos como son Dellas y Kapsis.

Grecia hizo su partido. Su táctica fue perfecta. Tosca, pero sin fisuras. Incluso fue más valiente que contra España. Esperó atrás, presionó con fuerza y salió rápido al contragolpe. Así de sencillo. Sin complicarse la vida en una primera parte en la que el portero de la selección gala, Fabian Barthez, sufrió un pim-pam-pum constante. Nikolaidis (m. 13), Katsouranis (m. 27) y Fyssas (m. 36) pudieron marcar. Pero la mejor ocasión la tuvo Katsouranis. Un remate que botó en la misma línea de gol y que Barthez salvó luego de forma milagrosa (m. 14). Es el gol fantasma de la Eurocopa que el árbitro sueco, Anders Frisk, no se atrevió a conceder. Pero quién se atreve a pitar contra el campeón. Nadie.

HENRY, ANULADO Francia creó tan poco peligro --Henry no remató la primera ocasión gala hasta el minuto 24-- que el público, entre bostezos, empezó a gritar "¡Por-tu-gal! ¡Por-tu-gal!" para herir el orgullo de los campeones y provocar su reacción. Pero no lo logró. Ayer cualquier remedio era inútil. Francia no sabía por dónde entrar. Y, cuando lo hacía, cuando rompía la primera línea de contención griega, se encontraba con Dellas enganchado, como si fuera pegamento, a Henry y con Kapsis convertido en la mochila de un desafortunado Trezeguet, que pasó desapercibido durante toda la Eurocopa.

El gol, con este guión, sólo podía caer del lado griego. Era lógico. Y el honor, como ante España, le correspondió a Charisteas. Aunque el delantero centro del Werder Bremen, suplente habitual del gordito Ailton, tendrá que estar eternamente agradecido a Zagorakis por el centro tan medido que le sirvió. Con pases así es fácil triunfar. Y con defensas como los de Barthez es fácil hundirse. Francia se va de Portugal por culpa de sus errores defensivos. Es cierto. Pero ni Henry, ni Zidane, ni Trezeguet pueden irse libres de culpa. Ellos son los responsables con mayúsculas de este nuevo fracaso. Por eso se fueron avergonzados al vestuario. Así cierran el final de una era. Una etapa gloriosa que quedará para el recuerdo. En Lisboa vivieron su tragedia griega. Esta vez el triunfo fue de los humildes. La Eurocopa tendrá nuevo campeón.