Con el circense espectáculo en el que Agapito Iglesias ha convertido la venta de su paquete accionarial acaparando el día a día del Zaragoza, con la amenaza latente del 30 de junio como soga al cuello de una institución llevada casi al abismo por el soriano y con un equipo que ya vio escapar de forma merecida y definitiva en Murcia sus pocas opciones de subirse al tren de la promoción y que está virtualmente salvado para seguir por segundo año consecutivo en la categoría de plata, algo que no pasaba desde hace 60 años. Así está el panorama para echar esta tarde el telón casero a la tristísima temporada zaragocista, sobre todo en La Romareda, donde solo ha sido capaz de amarrar 27 puntos de 60 disputados. A ver si hoy es capaz ante el Sporting de Gijón de agarrar al menos los tres de despedida, que en todo caso supondrían un escaso consuelo para la afición.

Nada se juega el Zaragoza en el choque más allá de cerrar de forma matemática con un punto la permanencia, algo que podría hacer hasta perdiendo. Con seis puntos de ventaja cuando quedan los mismos por disputarse, bajar no parece una amenaza real, aunque haría bien el equipo de Víctor Muñoz de no tropezar más veces en casa y de dar una alegría a la grada, que no tardaría en recordar en caso contrario a los jugadores que, además de la inestabilidad del club y de la nefasta gestión de Agapito, también hay un grupo de futbolistas que, salvo muy escasas excepciones, ha rendido en esta temporada a un nivel bajísimo, por debajo de lo esperado.

DIFERENTE MOTIVACIÓN El Sporting, por contrario, sí pone mucho más en el envite, lo que sin duda se notará sobre el césped. No es lo mismo afrontar un partido con la tensión por ganar de forma obligatoria, que hacerlo apelando al escudo, a la dignidad y al orgullo. Más aún en un grupo tan desprovisto de valores como ha sido el Zaragoza en este curso. De hecho, solo desde esa pobreza espiritual se puede entender su terrible segunda vuelta, con solo 20 puntos. El Sporting, situado en puestos de promoción, necesita ganar para mantenerlos, ya que las plazas de ascenso directo se le han escapado. Una tiene ya el nombre del Eibar y otra la puede sellar hoy el Deportivo.

El Sporting afronta el partido con dos bajas muy importantes en su equipo titular, ya que Abelardo no podrá contar con el lateral Canella y el centrocampista Cases, pero recupera al delantero Scepovic, quien a lo largo de la semana había mostrado su cautela a propósito de su recuperación para este encuentro, pero previsiblemente será titular.

En el Zaragoza, son bajas por sanción y no estarán en la despedida casera Luis García, Álvaro y Rico, todos castigados por acumulación de amarillas, ya que vieron la quinta en Murcia. Los tres de una tacada, por cierto. Whalley puede ser la sorpresa para que debute en la portería. Cidoncha, de central, Abraham, en el lateral zurdo, y Ángelo Henríquez, en ataque junto a Roger, serían los otros cambios en el once. El partido de la primera vuelta acabó con victoria aragonesa y en una batalla casi abierta entre los dos equipos, sobre todo entre Sandoval y Rodríguez, segundo de Herrera. Pero ni uno ni los otros siguen en sus puestos y el aire de compromiso descafeinado para el Zaragoza ejerce de amortiguador.

Habrá que ver cómo responde la grada en esta despedida del equipo ante su gente, su actitud con los futbolistas y sobre todo cuántos seguidores acudirán al estadio, de discretas entradas toda la temporada, solo incrementadas por iniciativas desde el club. Lamentablemente, el partido vital del Zaragoza para su existencia se juega en los despachos, con Agapito accionando y dilatando procesos de compra, con la opción de Mariano Casasnovas sintiéndose ganadora sin acabar de aparecer como tal, con la irrupción y el optimismo de la otra vía, menos continuista, y que representan Kadir Sheikh y Nayim, además de Javier Láinez, el primero que encabezó esa alternativa. En eso anda el Zaragoza mientras hoy el balón rueda por última vez en este triste curso en La Romareda.