En medio de otra marejada como ha habido decenas desde que Agapito Iglesias está al frente de la propiedad, que esto no es de ahora sino un mal endémico, el Zaragoza regresa al lugar donde verdaderamente se va a jugar los cuartos de su futuro. El césped. Lo hará de mañana en un clima de turbulencias después de la respuesta de Movilla, Paredes y José Mari a la decisión de prescindir de ellos: denuncia al canto.

Obviamente este que vivimos no es el mejor ambiente para sumar victorias, aunque en realidad tampoco es excluyente con que el equipo pueda ganar, como por ejemplo hizo el Rayo hace unas temporadas en medio de una crispación superior a la de aquí. En cualquier caso, tras muchos días con el foco en los despachos, la luz vuelve a alumbrar al campo y a los futbolistas. De su respuesta y del resultado, que se asociará al cisma con los denunciantes sea cual sea, haya causa efecto o no la haya, dependerá que a corto plazo se vuelva a respirar cierta paz o se avive el clima de guerra civil de los unos contra los otros y los otros contra los unos.