—Empezó la temporada siendo futbolista del Deportivo Aragón. ¿Imaginó en algún momento que tendría el protagonismo que tiene ahora?

—Nunca habría podido imaginar que iba a vivir tan pronto este momento, todo ha ido muy deprisa para mí. Si en verano me hubiesen dicho que iba a tener esta presencia en el primer equipo no me lo hubiera creído. Después de tanto trabajo y sufrimiento ha llegado mi recompensa con el Real Zaragoza.

—Tuvo que esforzarse mucho para llegar a la primera plantilla.

—Es que he sufrido mucho, porque siempre he tenido que destinar mucho trabajo a todo lo que hacía. Nunca he sido el ojito derecho de un entrenador, siempre me he caracterizado por trabajar a diario. He sido esa clase de jugador que se ha ganado a sus técnicos con pico y pala porque nunca nadie me ha regalado nada. Desde el silencio he ido creando mi porvenir. Recuerdo cuando era pequeño que me decían que el trabajo siempre tiene su recompensa, ahora he comprendido que tenían razón.

—¿Ha sido su padre, Raúl, uno de sus principales pilares tanto en su carrera como en su vida?

—Mi padre siempre ha sido mi principal referente, él ha sido el que me ha apoyado en todos los momentos. Sus consejos fueron esenciales en mi vida; tanto los positivos como los negativos. Él era el primero que me decía cuando hacía mal un partido para mejorar. Lo es todo para mí.

—Usted se apoya en aquellas personas que han estado siempre a su lado, incluso en la fidelidad a su representante, ¿no?

—José Ramón Reyes es mi representante desde pequeño. Me cogió en el Stadium Casablanca, cuando era juvenil y desde entonces sigo con él. Me han llamado muchos representantes en estos últimos meses, más de diez, pero yo sigo con José Ramón. Tengo los pies en el suelo, soy el mismo que hace cinco años y voy a ser el mismo dentro de cinco años. No me voy a dejar guiar por el resto de la gente sabiendo todo lo que tengo en casa y lo mucho que confío en ellos. La confianza en tus seres queridos es esencial.

—¿Cómo de relevante cree que es la humildad en el actual panorama futbolístico?

—Es lo más importante en esta profesión. Hay que ser humilde y tener los pies en el suelo porque nunca sabes cuándo se va a acabar esto. Te puedes lesionar cualquier día y decir adiós a tu carrera. O también jugar en Primera y llegar a ser de los mejores jugadores del país. Yo sé de dónde vengo y sé todo lo que me ha costado llegar hasta aquí como para cambiar de forma de ser.

—Sus primeras patadas fueron en el campo del Monegrillo, un terreno de juego de tierra. ¿Esto simboliza de dónde procede y hasta dónde ha llegado?

—Antes estaba en un campo de tierra y ahora disfruto en un campo de césped natural. A veces me paro a pensar sobre cómo comencé a jugar y recuerdo de dónde vengo, de un campo donde no se podía apenas jugar y con un balón que casi ni botaba.

—Por posición, por mentalidad, por sus valores y por características tiene ciertas similitudes a los inicios de Alberto Zapater.

—Alberto es el mayor referente, lo ha vivido todo en el fútbol y en la vida. Sabe aconsejar muy bien a los canteranos. Yo intento hacer todo lo que me dice él.

—El propio Zapater le dijo que le encantaría jugar a su lado.

—Tras el partido del Lugo en Copa me felicitó por mi actuación y me dijo que ojalá fuéramos la pareja de centrocampistas del futuro del equipo. Que el capitán del Real Zaragoza, Alberto Zapater, te diga eso… ¡Para mí fue todo un orgullo!

—Dice que nunca fue el ojo derecho de ningún entrenador, pero quizás con Natxo González haya sido una excepción.

—A Natxo le debo mucho. Él ha sido el que me ha hecho futbolista profesional y siempre que juego trato de devolverle toda la confianza que ha depositado en mí. Natxo es un entrenador increíble. Como técnico, ha sido de los mejores que he tenido en mi vida. Además, que cuente con los canteranos es magnífico, este año se está viendo que la cantera responde muy bien.

—Hay unión en la plantilla, pero los resultados no están siendo del todo satisfactorios. ¿A qué circunstancias achaca la situación del equipo?

—No sabría dar una respuesta. Trabajamos mucho y lo hacemos bien, tratamos de rendir en cada partido como si fuera el último, pero en casa estamos fallando mucho. Es cierto que estamos teniendo mala suerte porque podíamos haber ganado bastantes partidos y al final no lo conseguimos. Tenemos una plantilla para luchar por los puestos de privilegio, pero cuando entras en la clásica mala dinámica es complicado salir. Estoy convencido de que en la segunda vuelta vamos a demostrar nuestra valía. Todo el trabajo que llevamos nos tiene que dar una recompensa.

—El mundo del fútbol cada vez entiende menos de proyectos. ¿Comprendería que si continúa esta dinámica se valorase la destitución del entrenador?

—No vería nada justo que Natxo fuera destituido. Estamos cada vez más cerca de ganar los partidos, ofrecemos argumentos para llegar a vencer. Solo nos falta un triunfo que nos ayude a verlo todo desde otra perspectiva. Como dijo Cristián Álvarez, en los próximos diez partidos veremos para lo que está este equipo. Nosotros pensamos que hay tiempo para todo, aunque debemos de reaccionar cuanto antes.

otra cosa, ese encuentro había que ganarlo como sea. Encima marqué desde fuera del área, que es lo que Natxo González me pide. Me dice que debería tirar más a puerta para aprovechar la habilidad que tengo con el disparo desde lejos.

—Para el recuerdo quedó aquella imagen con Delmás abrazados bajo la lluvia.

—Marqué gol y lo primero que vi es a Julián corriendo hacia mí para abrazarme. Me dijo al oído lleno de rabia que teníamos que ir a ganar. Los dos somos muy zaragocistas y buenos amigos. Con seis años estábamos jugando en el campo del Monegrillo, hace dos años en el vestuario del Aragón y ahora en el primer equipo. Ambos estamos cumpliendo un sueño, hemos luchado mucho.

—Los dos encarnan el sentimiento zaragocista. ¿Los canteranos viven con más pasión la trayectoria del equipo?

—Puede ser, porque siempre hemos crecido bajo este escudo. Yo he vivido la trayectoria del Real Zaragoza y sufro mucho como jugador. Sufro mucho porque sé lo grande que ha sido el club y quiero que vuelva a estar donde merece. Yo he sido un aficionado que iba a La Romareda y me fastidia ver a la afición sufrir como lo está haciendo en estos momentos. Ahora que defiendo los colores del equipo quiero devolverle a la grada las alegrías que merece.

—En la celebración de su gol hizo con sus manos el símbolo del corazón, el cual dirigió hacia la grada. ¿Para quién iba dedicado?

—El corazón fue para una persona especial y para toda mi familia: para mis abuelos, por la gente que me quiere y siempre ha estado junto a mí. Cuando entró el balón solo pude acordarme de todas esas personas que me han ayudado en mi vida.

—Durante esta temporada ha jugado en diversas posiciones de la medular. De todas ellas, ¿dónde se ha sentido más cómodo?

—Cada partido es un mundo, y mi posición se adapta a las circunstancias. En el Carlos Belmonte jugué en banda y me sentí muy cómodo, frente al Valencia en Copa ocupé la posición de mediocentro y me sentí bien. Luego adelantado también supe adaptarme con soltura. Me siento cómodo en el centro del campo.

—¿Cuál cree que es su mayor virtud como futbolista?

—Sin duda es el gran despliegue físico que empleo en cada partido. No me guardo ni una sola carrera sobre el césped. Siempre quiero robar la pelota, siempre busco jugar el balón y me gusta mantener la posesión. Lo más importante es robar la pelota. Es clave quitarle la posesión al rival.

—¿En que facetas o aspectos considera que debería mejorar más como futbolista?

—Aún soy joven, tengo muchos aspectos en los que iré mejorando con el tiempo. Sin embargo, me gustaría ser un jugador con más velocidad. La pena es que no se puede ejercitar, se tiene que tener de nacimiento.

—Tiene una cláusula de seis millones y la cantera es una de las mayores fuentes de ingresos, ¿si llegase una buena oferta se plantearía su salida?

—No quiero pensar en el más allá, solo en el día a día y en el partido del sábado con el Tenerife. Yo estoy en el Real Zaragoza porque soy zaragocista y tanto el club como el míster han confiado en mí. Mi único deseo es que el Zaragoza ascienda a Primera División, no pienso en otra cosa.

—¿Sueña con ascender con el Zaragoza a Primera?

—Lo he pensado muchas veces. A veces por las noches me quedo dándole vueltas a la cabeza, me imagino cómo sería devolver al equipo a su sitio, y lo veo como un sueño. Cuando ascienda a Primera con el Real Zaragoza será el día más feliz de mi vida.