Le da igual todo. Ni un circuito nuevo, ni el calor, ni una exigencia física terrible. Nada. Lewis Hamilton dejó su impronta en el estreno de la Fórmula 1 en Mugello. Por algo es piloto más rápido de la historia, por eso suma 95, nada menos que 18 poles más que Michael Schumacher.

Valteri Bottas no pudo plantarle cara y bastante trabajo el espera para contener a Max Verstappen —el holandés arrancará tercero— en un trazado donde no se sabe si sufren más los pilotos o los neumáticos. Carlos Sainz logró una meritoria novena plaza en un fin de semana difícil para el coche, mientras que Charles Leclerc salvó el honor de Ferrari —quinto— en el aniversario de las 1.000 carreras de Ferrari.

Nunca antes la Fórmula 1 había celebrado un gran premio en Mugello, un territorio de otras categorías, el hogar de Valentino Rossi en Moto GP. Los monoplazas de F-1 habían rodado en test privados, pero nunca con los monoplazas de 2020, los más rápidos de la historia de la F-1 que van fulminando récords de velocidad y paso por vuelta en cada trazado que pisan. Y Mugello resulta tan espectacular como exigente. Las “eses” de Suzuka podrían ser una aproximación, pero ni siquiera las enlazadas de Beckets y Maggots y Copse de Silverstone llegan a la exigencia del trazado italiano.

Lewis Hamilton durante su mejor vuelta en la calificación del GP de la Toscana / JENNIFER LORENZINI (REUTERS)

El asfalto más abrasivo, el calor y los ligeros peraltes hacen de la serie de curvas Arrabiata 1 y 2 Casanova y Savelli una auténtica tortura para monturas y pilotos, con una media de 5.7 G de fuerzas laterales que “te llegan a deformar la cara”, explica Marc Gené, probablemente el piloto que más vueltas ha girado en este trazado al volante un F-1 durante varias décadas de tests y exhibiciones.

Más difícil, más calidad

Y ni en un circuito nuevo, ni el calor, ni la exigencia física menoscaba el dominio de Lewis Hamilton. Al contrario, las dificultades hacen emerger sus cualidades, las de su coche y las de su equipo. El hexacampeón sumó la quinta pole consecutiva, la séptima de la temporada, la número 95 de su carrera, 18 más que Michael Schumacher… “Es un gran reto pilotar aquí, pero estro trabajando duro en la configuración del coche para lograr la vuelta que necesitaba”, explicó Lewis. “Las fuerzas G son increíbles”.

Valteri Bottas no pudo con su compañero en la que es la mejor versión de su pilotaje: la velocidad a nueva vuelta. En carrera, con aire sucio, en tráfico, el finlandés es un piloto vulgar, una presa para Max Verstappen, que arrancará tercero, aunque Mugello es un trazado terrible para seguir a otro monoplaza y con solo un punto de adelantamiento —y no muy claro para los F-1— a final de recta.

Este Gran Premio de la Toscana lleva el apellido 1000 por el número de carreras que cumple Ferrari en la F-1, pero la pintura burdeos que lucen sus monoplazas de forma conmemorativa apenas brilló en la tabla de tiempos. Las 2.500 personas que acudieron al trazado —el primer gran premio de la temporada con público de la F-1, aunque con muchas restricciones— son en su mayoría ferraristas, conocedores de aquella primera carrera —GP de Mónaco 1950— o el primer podio con Alberto Ascari en Silverstone aquel mismo año que inició un palmarés de 238 victorias, 228 poles, 18 títulos de constructores y 15 de pilotos en 71 años en el mundial.

La crisis de Ferrari

Esos tifosi tendrán que conformarse con recordar la época dorada de comienzos de siglo con Michael Schumacher cuando su hijo Mick pilote durante unos giros de exhibición el coche de 2004 que hizo campeón al Kaiser. Ferrari vive una de sus peores crisis, pero los trazados de curvas de media y alta velocidad aún enmascaran en cierta medida los defectos del SF1000. En este contexto Charles Leclerc consiguió colarse en la Q-3, y alcanzó un meritoria quinta posición, mientras que Sebastian Vettel se quedó lejos de su joven compañero, hundido en la decimocuarta posición, a cuatro décimas del monegasco.

Tampoco es un fin de semana fácil para McLaren. El MCL-35 que permitió a Carlos Sainz finalizar segundo la carrera de la semana pasada en Monza se muestra nervioso, lento, difícil de conducir en las rapidísimas enlazadas de Mugello. Lando Norris —cuarto en Monza— se quedó atrapado en la Q-3, superado por Sainz que sí pudo meterse en la manga de los diez mejores. Una bandera amarilla en el peor momento, dejó sin opciones al madrileño en su único intento. Arrancará noveno.