Cayó el telón de la Asobal y, como los últimos años, dejó el ya tradicional halo de incertidumbre. El adiós del curso balonmanístico en Zaragoza es como esa madre que se despide del hijo que va a la guerra y lo cubre de besos porque no sabe si lo volverá a ver y en qué circunstancias. Hubo manteo a Deme, homenaje popular, ovación cerrada para todos y de nuevo Amadeo Sorli, el capitán, tomó la palabra para decir que por ellos no va a quedar, que quieren seguir, que tienen las mismas ganas que han demostrado este año y todos los años, pero que vaya usted a saber dónde estaremos dentro de un mes.

El protagonista iba a ser Demetrio Lozano en el encuentro que ponía fin a 21 años como profesional. Y Deme se despidió haciendo lo que sabe, jugando, divirtiéndose, dando consejo a los más jóvenes y convirtiéndose en el máximo anotador del encuentro (9 dianas). En realidad, lo más prescindible en el encuentro de ayer fueron los marcadores. Casi nadie los miró. El único objetivo para todos era pasárselo bien, competir, jugar por jugar, lo único que nadie podrá quitarle a esta plantilla. Al final, 32-27 ante el Puente Genil.

En la grada, un grupo de amigos, seguidores de Deme, con pelucas sin pelo, camisetas del Portland, del Barcelona y de todas las épocas de la selección, pancartas, globos y gritos de "Deme selección" cada vez que el madrileño anotaba un gol. También tuvieron sus pancartas otros tres jugadores que tienen su futuro en el aire, completamente ligado a la supervivencia del club, Sorli, Cartón y Asier Antonio. Amadeo dio un recital como director de juego, el extremo solo jugó doce minutos por una torcedura de tobillo y el pivote volvió a entregarse en defensa y en ataque.

Tras el encuentro, Deme voló por los aires, el club le entregó un recuerdo, la Artillería Naranja una camiseta enmarcada y el lateral fue engullido por todos los niños que querían la última foto, el último autógrafo. Nadie se fue mientras la megafonía despedía uno a uno a los integrantes de la plantilla y bajaban los hijos con las camisetas de sus padres y se sucedían las fotos con todos, hasta con Ramón, el chófer que ha compartido con ellos miles y miles de kilómetros en los últimos años.

Tras el partido, los discursos compartieron palabras y emociones. Incertidumbre y orgullo fueron las más repetidas. "Gracias de corazón a todos los aficionados por el apoyo en una temporada difícil, sobre todo en la segunda vuelta. Ha sido un orgullo compartir pista, vestuario y entrenamientos con esta plantilla. Suerte a Deme en su nueva andadura, nosotros nos quedamos con la incertidumbre de todos los años", se despidió Sorli tras otro año difícil, con problemas de cobro. ¿Hasta cuándo?