Es visible la transformación que ha cuajado el Huesca desde la intervención de José Rojo. Pacheta ha dado otro aire a un grupo que andaba alicaído por la ausencia de resultados. No solo ese chute de moral con un discurso de energía y positivo justifica una mejora cifrada en la consecución, aún insuficiente, de puntos (33% del total por 20% con Míchel), más tras la última derrota ante el Celta. La aceptación de otro sistema, con tres centrales y otra línea de tres en el medio y de dos en la delantera, la inclusión de nuevos hombres claves antes escondidos en la oscuridad (Seoane, Escriche, Gastón Silva y Doumbia) y una búsqueda de la verticalidad ofensiva resumen otras de las razones de esta variante que, sin embargo, sigue acumulando un déficit: la vulnerabilidad defensiva.

El Huesca de Pacheta sigue siendo un Huesca goleado como lo era el Huesca de Míchel. Pese a cuadrar sus cifras en los primeros encuentros, incluso manteniendo la portería a cero ante el Villarreal o recibiendo solo uno ante el Getafe o Valladolid en sus tres primeras citas, en las últimas jornadas mantiene un ritmo similar al de su antecesor (diez goles encajados en cinco partidos). Hasta la destitución del entrenador vallecano, en 18 jornadas, el equipo había recibido 28 tantos (1,47 por partido) y en el tramo con el burgalés, de ocho encuentros, acumula doce (1,5), decimal que ha sido engordado por las cuatro dianas certeras del Celta de Vigo.

Una de las primeras decisiones de Pacheta fue reducir esa sangría, evidenciada en fallos tácticos o individuales, y en una debilidad manifiesta en las jugadas aéreas, a balón parado o segundas acciones. El diseño de la línea de tres centrales, con Gastón Silva hasta su lesión, con dos carrileros, y la inclusión de un timonel más físico como Doumbia se dirigieron hacia este sentido. Cerrar líneas y ganar en confianza. Los efectos de esta intervención han ido flaqueando en el último mes, con nuevos desequilibrios antiguos o fallos de marca. Tras el partido de Sevilla, el marfileño ha dejado su ubicación a Seoane, más retrasado, y el intercambio de Insua por el doliente uruguayo. El eslovaco Denis Vavro, único fichaje invernal justificado por su envergadura para el impacto por alto, no ha debutado aún, recuerden, tras estar casi dos años con apenas presencia en el Lazio, que abonó diez millones de euros al Copenhague.

Ajustar estos detalles, con intercambio de fichas o nuevas configuraciones, será la clave para seguir avanzando hacia la permanencia en un calendario que deja el complejo Nou Camp como próximo escollo en el horizonte antes de un tramo más propicio con Osasuna y Elche en El Alcoraz y una visita al Levante en medio. El parapeto defensivo, que ha ido aumentando en ánimo de encimar la pelota y de presión alta, no supone que se reciban menos disparos. Por contra, Álvaro Fernández es más visitado ahora: 12,6 disparos por partido (11,3 con Míchel). Por contra, también el Huesca se ha convertido en un equipo que llega más, remata más y es más efectivo. Con Míchel no lograba ni una media de un gol por partido (0,73) mientras que con Pacheta ha doblado esta producción (1,375).

Este incremento viene parejo a una subida en las presencias ante los porteros rivales. Se llega más. De hecho, los 19 disparos intentados ante el Celta rompieron el récord de intentos de esta temporada. En los ocho partidos de la era Pacheta, el Huesca ha chutado en 91 ocasiones (11,3 por partido), mientras que con Míchel fabricada 10,2, es decir, consigue una oportunidad más de cara al gol. Estos datos se afianzan al ver el rango de efectividad de los rematadores oscenses. Ahora convierten en celebración el 12% de sus intentos por el 7’6% que completaban cuando Míchel estaba en la banda.

La mutación del estilo se deja notar en la pupila. El Huesca de Míchel tenía como factor fundacional la combinación del pase (423 por partido) mientras que Pacheta ha priorizado en en llegar al área, jugando con más espacios o más lances verticales que horizontales (382 pases por jornada). Antes la captura de la posesión era un objetivo o una consecuencia del impulso del juego, en el presente no es tan habitual. Míchel consiguió en siete de sus 18 partidos (38’8%) tener más el balón que su rival, mientras que esta batalla únicamente se ha ganado en dos ocasiones (25%) de los ocho compromisos capitaneados por Pacheta.