Lucas Moura, con la proyección diluida en París, llegó al Tottenham como un actor secundario, pero ha despegado en la Champions. Consiguió los tres goles que necesitaba su equipo para remontar una eliminatoria casi sentenciada al descanso, ante el Ajax, lo hizo en poco más de 40 minutos y todos con su pierna menos dominante, la izquierda. Ya es un héroe inmortal en el norte de Londres.

«Es difícil poder hablar, he esperado esto mucho tiempo», acertó a decir entre lágrimas, después de ver por primera vez sus goles de la noche. «El fútbol es increíble, es el mejor momento de mi vida, de mi carrera. Es imposible de explicar lo que estoy sintiendo», amplió.

La velocidad, la eficacia y la determinación del brasileño fueron el complemento perfecto al trabajo de Fernando Llorente, la solución de Pochettino desde el banquillo que le dio al Tottenham una vía de supervivencia a la que Moura se agarró con arrojo y osadía. «Lucas... cómo ha ganado el partido. Espero que le pongan una estatua después de esto», comentó su compañero Eriksen.

La historia de Lucas Moura es otro de esos relatos habituales en los que un talentoso joven llegado desde el otro lado del Atlántico cae en en un gran equipo europeo para ser determinante y termina encumbrado en los altares o desechado.

Criado en calles problemáticas de Sao Paulo, entre armas, drogas y criminales, llegó al profesionalismo en el Sao Paulo antes de aterrizar en el viejo continente, en el París Saint-Germain, tras el flirteo con otros como el Madrid, por 40 millones de euros, en una época en la que ese era un desembolso importante. Pero el PSG es un gigante de los que desestima y repudia promesas a la velocidad que el titán Cronos, Saturno en la mitología romana, devoraba a sus vástagos y desde el inicio tuvo que soportar la vitola de la decepción.

Después seis años en Francia, salió por la puerta de atrás a cambio de algo más de 28 millones de euros, como un daño colateral y asumible del fichaje de Neymar, el paso adelante que dio el club francés y que, dos temporadas después, aún no le ha llevado a una final de Champions a la que Moura asistirá como miembro de honor, tras una actuación que removió sentimientos sepultados en París.

Aún con 26 años, el futuro que se atisbaba en aquel juvenil, que formó pareja con Neymar en el Sudamericano sub-20 del 2011, se ha vuelto a abrir para Moura, revalorizado en 40 minutos para la historia, después de una temporada y media en el Tottenham sin ser titular indiscutible, con el protagonismo repartido entre el grupo.