El Zaragoza fue uno ante el Madrid. Compacto, homogéneo, duro y sensible. Eficaz, resolutivo... Dio la impresión de que el heroismo, por lo general un valor individual, se repartiera con democracia, brillando el conjunto aragonés como totalidad. Aun así hubo nombres propios, por fortuna casi todos. Víctor Muñoz el primero, pero igual de importante que los demás.