Jesús Herrada está que se sale. No hay otra definición mejor para contar el actual estado de forma del corredor conquense del Cofidis quien, si mantiene esta fortaleza de cara al Tour (solo faltan 18 días para el inicio de la ronda francesa en Bruselas) puede convertirse en un ciclista muy interesante para seguir. Las últimas tres intervenciones ciclistas que ha hecho este mes se han traducido en victoria: las dos últimas etapas del Tour de Luxemburgo con el premio extra de la clasificación general y este lunes el triunfo en una nueva carrera, denominada Mont Ventoux Denivelle Challenges, y que consistía en lo que su nombre sugiere; una prueba que finalizaba con una ascensión al 'Gigante de Provenza'.

Al ser el primer año y después de disputarse el Critérium del Dauphiné y con la Vuelta a Suiza en plena actividad los principales corredores del pelotón mundial no han contemplado la participación en esta carrera. Pero sí que se había apuntado uno de los mejores escaladores del mundo como es Romain Bardet. Es más; al tratarse de una carrera francesa todo estaba preparado para que la prueba tuviera inscrito este nombre como primer ganador. Pero qué lejos de la realidad. Bardet, el mismo que puso a Tony Gallopin a tirar para hacer la selección y el que atacó a ocho kilómetros no se podía esperar que se encontraría con la feroz resistencia de Herrada.

OFENSIVA A OCHO KILÓMETROS

Bardet atacó a ocho kilómetros de la cima y solo Herrada fue capaz de seguirlo. Lejos en conformarse con lo que muchos habrían hecho y que no era otra cosa que colocarse a rueda del ciclista francés rezando con resistir un buen puñado de kilómetros, Herrada colaboró con Bardet y ambos buscaron el camino de la cumbre del Ventoux a relevos.

No fue una subida en la que Herrada chupó rueda. Actuó con valentía y sin ponerse nervioso neutralizó dos ataques en toda regla de Bardet en los últimos dos kilómetros, después de superar el monumento a la memoria de Tom Simpson.

Y por si fuera poco, cuando quedaban 400 metros, quien sacó la rabia fue Herrada con un ataque propio de un escalador de solera. Bardet se puso en pie y esprintó, con rabia y con fuerza, pero no con la energía suficiente para capturar a Herrada y privarlo del triunfo en el Ventoux, un lujo y una grandísima victoria por la forma en la que ha llegado.