Con la polémica suscitada por el caso Movilla todavía en carne viva, pero trasladada momentáneamente a un segundo plano por la cercanía del partido de esta tarde, al Real Zaragoza le apareció ayer un nuevo frente de guerra. Esta vez con Valentín Botella, vicepresidente del Hércules, que esta semana había llamado "impresentable" a García Pitarch. Viejas rencillas del pasado. El incalificable calificativo escoció en el club aragonés, que conminó a Botella a rectificar hasta en tres ocasiones. Como no lo hizo, no le dejará entrar hoy en el palco.

Así que ya tenemos otro foco de conflicto como aderezo a un partido clave, justo en un momento de crecida del equipo y que evaluará si la reacción de Gijón y ante el Alcorcón tiene la consistencia que parece. Hoy una cosa, mañana otra. Es el sino del Zaragoza de Agapito, que ha abierto tantos melones que muchos le salen podridos. De entre ese zafarrancho volvió a emerger la figura de Herrera, que en medio del fuego cruzado no se cansa de pedir calma y concordia. El técnico lo intenta y lo intenta, pero las guerras siguen. Él no rebla. Habría que darle el Nobel de la Paz.