Jorge Lorenzo (Honda), de 32 años, cinco títulos mundiales (tres de MotoGP), 18 años en el Mundial, 68 victorias y 152 podios, vuelve a estar metido en una gran encrucijada y, después de la carambola que protagonizó, el pasado domingo, en la curva 10 del Circuit, tirando a Valentino Rossi (Yamaha), Andrea Dovizioso (Ducati) y Maverick Viñales (Yamaha), ha sido objeto de críticas, especialmente, por parte de Dovi y MVK, mientras Marc Márquez y el 'Doctor', entre otros, consideraban que ese accidente le hubiese podido ocurrir a cualquiera de ellos.

Pese a que Dovizioso y Viñales pidieron sanción para Lorenzo ("A mí no me cambia la vida de que le castiguen saliendo el último en Assen, pero deberían hacerlo", decía el italiano; "Si a mí me castigaron con tres puestos en la parrilla por despistarme el sábado, Jorge merece un castigo", sugirió Maverick), los encargados de decidir sobre el caso, el campeonísimo norteamericano Freddie Spencer, Bill Cumbow y Ralph Bonhorst, consideraron aquel strike como un lance de carrera.

La vida de Lorenzo a los mandos de la poderosa Honda RC213V, que Márquez ha convertido en campeona en cinco de los últimos seis campeonatos (precisamente el único que ha perdido, el del 2015, se lo ganó el mallorquín, con la Yamaha), empezó con un accidente, por exceso de fogosidad, en la tercera sesión del GP de Catar, que pudo costarle una lesión muy grave, y ha terminado, de momento, con otro percance, el pasado lunes, en Montmeló, con la Honda sobre las protecciones y él estrellándose a 200 kilómetros por hora.

Entre las dos caídas, Lorenzo ha probado mil maneras de pilotar la Honda para tratar de llegar más fresco a las últimas vueltas (cosa imposible, de momento) y hasta ha viajado a Japón para que los ingenieros de Honda Racing Corporation (HRC), el departamento de competición de la firma campeona del mundo, buscasen soluciones que le permitiesen pilotar más cómodo. La primera solución ya le llegó en Barcelona, cuando su depósito apareció con una protuberancias, que debían facilitarle un mejor manejo de la moto apoyándose y haciendo fuerza con sus rodillas. "Me parece admirable que Honda haya hecho estas piezas tan rápidamente", agradeció el mallorquín.

Respuestas contundentes

Lorenzo, que se enfadó cuando algunos medios reprodujeron sus declaraciones en el sentido de que quería cambiar la moto para hacerla más fácil de pilotar y permitir así que todos los pilotos Honda pudiesen pilotarla, fue rápidamente replicado por Márquez ("Si quiere guiar a Honda, deberá estar delante") y por Alberto Puig, su jefe: "No vamos a cambiar la moto, simplemente, porque un piloto no se adapte a ella. Lo que sí es seguro y así lo han reconocido los jefes de la firma alada es que le vamos a dar todo lo que pida para que pueda conseguir su objetivo, que es el mismo que perseguimos nosotros: que gane carreras".

Y en esas está Honda, en no regatear ni un minuto ni un euro en complacer a Lorenzo, cuya magnífica salida del domingo, estropeada, luego, con la caída en la segunda vuelta (según le reconoció a Dovizioso por troppa foga, es decir, demasiado acaloramiento), hace pensar a sus jefes que empieza a revertir la situación, aunque queda mucho por mejorar.

Mejora sensible

Son muchos los que confían en que Lorenzo saldrá de esta y acabará ganando como ya hizo, eso sí, un año y medio después, con la Ducati. Poco le importa al pentacampeón mallorquín que ahora le digan que es un "tonto", como declaró Jack Miller a motorsport.com, o le acusen de comportarse como un novato, como hicieron, el pasado domingo, más de uno de sus antiguos jefes en Ducati. El propio Lorenzo reconoció, tras su aparatosa caída del lunes, que empieza a encontrarse mejor a los mandos de la Honda. "El domingo, en carrera, me sentía con mucha confianza, me sentía fuerte. Creo que dimos un paso adelante, lástima que duró tan poco".