¡Ojito con el pajaro! Cuidadín con considerar al buenísimo de Esteve Tito Rabat un añadido de los hermanos Márquez, su segundo apellido. Puede que Rabat, el hijo del relojero barcelonés (es más, su mejor anuncio), se las sepa todas, pese a que parece bajado de la Luna cada mañana. No hay, fijo, un solo piloto en el paddock, que trabaje más que este águila, que tiene instalada su caravana en una de las curva del circuito de Almería, donde el equipo Marc VDS (propiedad del milmillonario belga Van Der Straten) tiene la obligación de tener una de sus Kalex a su disposición siempre que él quiera.

Puede que Rabat sea un despistado. Puede que solo le interesen las motos. Ser veloz. Puede, sí, que en su tiempo estuviese obsesionado con el peso, hasta el extremo de viajar con una báscula en su mochila. Los hubo que hasta llegaron a temer por su vida pues, con 1,78 metros, pesaba 53 kilos "porque así la moto corre más", cuando en Moto2 el peso no importa nada. Puede que Rabat sea introvertido, silencioso, especial y precise, en efecto, la ayuda de una dietista y una psicóloga.

Pero si algo sabe Rabat es lo que quiere: el título de Moto2. Y se lo ha currado como nadie. Como pocos. Como ninguno. No importan las artes, piensan algunos. Si tenía que abandonar a Sito Pons a escondidas, casi a traición, lo hizo. O lo hicieron sus mánagers. Si tuvo que utilizar a Pol Espargaró, lo utilizó. ¿Cómo? Pidiéndole, en el 2013, que le llevase enganchado en algunas vueltas en cada circuito. Hasta que Polyccio descubrió que Rabat tenía una diana en su caravana con una foto suya en el centro y le lanzaba dardos. Si ha tenido que aislarse de todos, matarse a entrenar con los Márquez en el circuito de tierra de Rufea, lo ha hecho. Veremos qué ocurrirá el año que viene, cuando Álex Márquez sea su compañero de equipo en el Marc VDS. Los hay que no pronostican tantas risitas en ese box.

Un título justo

De la forma que sea, Rabat demostró ayer en Phillip Island que va a por todas en su primera pelota de partido. Si gana y el finlandés Mika Kallio, que se cayó ayer dos veces temiendo el empuje de su rival, es cuarto o peor, el hijo del relojero se proclamará campeón, incendiando Rufea, que esperará el triplete de la mano del pequeño de los Márquez, otro que camina con zapatos de gamuza, en Moto3.

Nadie en el paddock consideraría más justo un título que el día que Tito, el campeón bajado de la Luna cada mañana, se proclame rey de Moto2. Se lo ha currado tres largas temporadas, los 365 días al año, 24 horas al día. Lógico: su padre es relojero.