Asegura Javier Fernández (Madrid, 1991) que solo ha sentido pánico escénico una vez. Fue en su primer Mundial sénior, en Tokio, en el 2007. "Los nervios pudieron conmigo. Porque era muy joven, por el nivel de los rivales, porque se celebraron en Japón, donde el patinaje sobre hielo tiene tanto tirón como el fútbol en otros países-". Tenía 15 años y acabó 35°. Esta tarde (16.00 horas, Teledeporte), el bicampeón europeo y bronce mundial saltará a la pista del palacio Iceberg de Sochi con la tranquilidad que dan los éxitos y dispuesto a bordar el programa corto, lo que le permitiría pasar a la final de mañana con posibilidades de subir al podio, ya que el ejercicio largo es su especialidad. Sería el tercer metal para España en unos Juegos de invierno, tras el oro en eslalon de Paco Fernández Ochoa en Sapporo 1972 y el bronce de su hermana Blanca, también en eslalon, en Albertville 1992.

Superjavi, como le llaman sus amigos, sabe que ha llegado su hora, pero no está ñobsesionado" con la medalla. Tampoco se siente ñpresionado", pese a figurar en todas las quinielas. ñHe conseguido éxitos para el patinaje español que no ha conseguido nadie. Iré a por todas, pero si no lo logro no sentiré que he fracasado", declaró. La experiencia también es un grado y Fernández ya sabe qué se siente compitiendo en unos Juegos. Participó en Vancouver 2010, donde fue 14°, un puesto digno para un país que no contaba con un patinador olímpico desde hacía más de medio siglo, desde que Darío Villalba acudió a Cortina D'Ampezzo en 1956. ñYa sabía que no eran mis Juegos. Me faltaban tablas", afirma. Cuesta creerlo si se tiene en cuenta que se calzó por primera vez a unos patines con solo 6 años, emulando a su hermana Laura.

"Era revoltoso, apenas atendía, pero clavaba los ejercicios", recuerdan Carolina Sanz e Iván Sáez, sus primeros entrenadores. ñDesde el primer momento vi que tenía algo especial", añade Jordi Lafarga, que cogió el relevo. También tiene unos padres --Antonio, mecánico del Ejército, y Enriqueta, trabajadora de Correos, que hoy estarán en las gradas-- que entendieron que quizá su hijo no era un buen estudiante pero que había nacido con un don. Por ello no dudaron en apoyarlo cuando con 17 años decidió emigrar para seguir creciendo deportivamente, primero a Nueva Jersey, con el preparador ruso Nikolai Morosov, y después a Toronto, para ponerse a las órdenes del canadiense Brian Orser, doble subcampeón olímpico y que ha situado a su pupilo en la élite.

"Brian es un crack como entrenador. Si me tiene que apretar, me aprieta; si me tiene que dejar a mi aire, me deja. Y como persona es como mi padre, siempre está ahí", subraya Fernández. Mano a mano, han creado unos programas ñalegres y expresivos" para esta temporada, pero también ñcomplicados y exigentes". Bajo las notas de Satan takes a holiday, de Larry Clinton, el ejercicio corto y de un mix de la banda sonora de Peter Gunn, de Henry Mancini, y de Harlem nocturne, de Earle Hagen y Dick Rogers, el largo, Fernández espera conquistar a los jueces con su técnica, su expresividad y sus saltos. No solo es capaz de clavar tres cuádruples en el ejercicio libre, sino que se atreve con el cuádruple salchow, el más difícil, solo y combinado con un triple toe loop.

No es el único. Evgeni Plushenko, oro en Turín 2006 y plata en Salt Lake City 2002 y Vancouver 2010, prometió ejecutar ñal menos dos cuádruples". Pero a sus 31 años el divo ruso no parece tan invencible. El canadiense Patrick Chan y el japonés Yuzuru Hanyu están también al acecho.