Dijo Francisco cuando finalizó el mercado de fichajes que ahora sí que tiene el equipo que quería. Y este equipo es otro distinto. Juega como un conjunto de Primera y gana con oficio, con buen juego, con dominio y manejando los tiempos del partido como si llevara toda la vida en la élite. Es un novato precoz con trazas de experimentado. Así se gana en Primera.

El Huesca venció al Girona a domicilio (0-2), algo que no hacía desde aquella mágica primera tarde de final de verano en Eibar. Lo consiguió con total justicia y, casi lo que es más importante, con convencimiento. Porque da igual cómo de fuerte haya sido la tormenta, ya que siempre escampa. Los altoaragoneses se aferran al sueño de la permanencia con decisión y la convicción de que es posible. Ha encontrado el camino táctico, a los jugadores propicios para desarrollar el juego que quiere Francisco y también ha aprendido de los errores propios de la bisoñez del debutante. Y así es como el Huesca suma 7 puntos de los últimos 9 posibles y ya está a 6 de la salvación. ¿Muerto? Para nada.

En Montilivi fue superior a un Girona en plena cuesta abajo y que lleva desde octubre sin ganar en su feudo. Sabían los oscenses que con el paso de los minutos iba a aumentar de forma exponencial el nerviosismo de su adversario. Vio ahí el Huesca un punto débil y lo atacó con saña. Ese era el plan sobre el papel, pero la ejecución fue de matrícula de honor.

Solo tuvo que esperasu momento. Aguantó atrás con mucho orden, arropado y sin sufrir las acometidas de un Girona que atacó con insistencia a través de los costados. La ocasión del Huesca tenía que llegar. Y llegó. Pasada la media hora el primer zarpazo lo dio Chimy Ávila y, a los cinco minutos, el comandante repitió para la tranquilidad oscense. Entonces los azulgranas solo tuvieron que aguantar sin entrar en el juego agitado que quisieron los gerundenses. Y ahí el Huesca estuvo certero y acertado. Quién lo iba a decir hace unas jornadas.

Chimy y San Santamaría / Francisco ha encontrado la tecla. El sistema de tres centrales y dos carrileros le permite al Huesca cuidar la espalda, achicar espacios y prodigarse en ataque desde los laterales. Rivera es el ancla del equipo oscense y Enric Gallego una bendición. Todo lo baja, todo lo pelea y lo que genera en ataque le viene a los azulgranas como anillo al dedo.

La primera media hora fue sosa. El Girona tenía miedo a perder en los primeros instantes y el Huesca se mostró muy tranquilo esperando su momento y sin querer en exceso el dominio del balón. La presión, para los locales. Pedro Porro probó una vez a Santamaría en el único acercamiento catalán hasta el tanto altoaragonés, pero el navarro, otra vez, fue decisivo.

El crecimiento del Girona trajo consigo la generación de espacios y la posibilidad de tirar contras. En una de ellas, conducida por Chimy Ávila, Enric Gallego estuvo lento en el mano a mano con Bono. Fue el único aviso antes de los dos picotazos de Chimy. El argentino se sacó de la manga un disparo seco desde fuera del área para batir al guardameta marroquí.

Entre un gol y otro del Huesca hubo tiempo para un milagro de San Santamaría. Le sacó una buena mano a Pedro Porro y el rechace le volvió a caer al lateral, pero con el navarro tirado en el suelo. Entonces se levantó como un gato y se tiró con todo a por el tiro a bocajarro y casi a puerta vacía evitó el gol. Vida extra.

Y ahora a los altoaragoneses les sale todo bien y no de cruz. El árbitro anuló por falta un gol de cabeza de Stuani y, a los dos minutos, Chimy Ávila mató al Girona. Juanpi centró desde la derecha, Enric Gallego hizo una dejada de libro y el comandante la empaló al fondo de la red. El Girona nervioso, 0-2 y el Huesca haciendo un partido redondo y perfecto.

En la segunda parte los de Eusebio se fueron arriba sin control. Los altoaragoneses siguieron con el plan de cerrar espacios por dentro y estar serios en defensa. En la segunda parte no sufrieron nada más allá de un palo de Juanpe de cabeza en un saque de esquina. Percutieron los rojiblancos por las bandas y buscando centros laterales, pero entre Diéguez, Etxeita y Pulido despejaron todos los balones aéreos. Mientras, Enric Gallego siguió con su espectáculo ofensivo y defensivo ofreciendo soluciones a un equipo oscense tranquilo y buscando otra contra para terminar de dilapidar el encuentro. Este nuevo Huesca cree de verdad en la permanencia y, además, tiene motivos para soñar.