El Huesca realizó ayer su puesta de largo para la nueva temporada. Una campaña, la de 2004-2005, que constituye un auténtico reto para el equipo, recién ascendido de Tercera División. Con el primer entrenamiento y la presentación de una plantilla todavía incompleta, el club oscense se lanza a la aventura de la Segunda División B. Para ello cuenta con el mismo técnico artífice del ascenso, Angel Chamarro. A pesar del éxito de su estreno en el Huesca, el entrenador no se deja llevar por la euforia y tiene claro que "como equipo recién ascendido, lo primero que hay que pensar es en mantenerse".

El conjunto oscense se presentó con una plantilla de 17 jugadores. Continúan Bernardo, Moya, Gerardo, Jorge Sánchez, Banzo, Espinosa, y los recientemente renovados Bona y Chiqui. Las caras nuevas son Rodri, Jiménez, Tejero, Pociello, Vicente Pascual, Monforte y Nacho Lobera. Además, cuatro futbolistas de las categorías inferiores les acompañarán durante la pretemporada. Al hablar de otros posibles refuerzos, Chamarro se mostraba cauto en las horas previas a la presentación. A pesar de que no quiso dar nombres, admitía que "ya se han iniciado gestiones con un sub-23 y dos o tres jugadores más". Tiene muy claro cuál debe ser la prioridad del club a la hora de fichar: "Dos centrales y un delantero". Aunque el Huesca conservará básicamente el mismo bloque, dos de los protagonistas del ascenso dejan el club. Daniel Aso y Quique Falcón no vestirán la camiseta azulgrana. Chamarro está convencido de que "tenían gran ilusión por seguir". Sin embargo, "la decisión final fue tomada por la comisión deportiva junto a la directiva".

El 2-1 en Eibar les convirtió en equipo de Segunda División B. "La celebración fue en su día, la ciudad lo acogió con mucha alegría", recuerda Chamarro. Pero ahora no es el momento oportuno para recrearse en viejos logros. El entrenador sólo piensa en la nueva temporada y advierte que les ha tocado un grupo "muy fuerte". El derbi regional frente al Zaragoza B le preocupa, pero no más que su primera cita, ante el Hércules, o cualquier otro partido oficial. "El Huesca tiene que mentalizarse no sólo para ese partido, sino para jugar 38 finales", afirma con rotundidad. No puede ser de otra forma si los oscenses quiere evitar el mal trago de la temporada 2001-2002, cuando su breve periplo por la categoría les supo a poco.