Los principios de la lógica son atribuibles al fútbol en la mayoría de ocasiones. Medios de comunicación y aficionados siempre establecen comparaciones antes de un partido entre las plantillas, la situación de cada equipo... Un baremo muy corriente cuyo principal valedor es la estadística. Pero, al igual que toda regla, existen excepciones.

El sorteo del calendario de Primera reservó la peor de las suertes al Huesca con tres jornadas fuera de casa contra exigentes rivales, como son el Eibar, el Athletic Club y el Barcelona. Atendiendo a las normas lógicas, las complicadas salidas infundían que el casillero de los puntos del conjunto oscense no sufriría ninguna variación: tres partidos, cero puntos de nueve posibles. Aunque, en este caso, las estadísticas están para romperlas.

El cuadro azulgrana llega al primer parón de selecciones con un balance positivo. Una victoria, un empate y una derrota. Cuatro puntos de nueve posibles que la mayoría de los aficionados hubiese firmado sin pestañear antes del arranque de la Liga.

El Huesca se presentó en Eibar con el apartado de ‘experiencia en la máxima categoría’ vacío en el currículum y dispuesto a hacer historia. Ese día el equipo estaba ilusionado, motivado. Todos, jugadores, cuerpo técnico y directiva, dejaron atrás los nervios propios de un debut de este calibre y, siguiendo la hoja de ruta del técnico argentino, amarraron los tres primeros puntos.

La extraordinaria labor que realizaron los jugadores, en especial Álex Gallar con sus dos primeros tantos en LaLiga Santander, mostró que el Huesca es un equipo volcado en el juego ofensivo, al que no le quema el balón en los pies y le gusta llevar la batuta del partido.

La alegría del debut dio más alas al sueño oscense de cara a la próxima jornada en San Mamés. El Athletic, todo un veterano de Primera, sufrió en los primeros 45 minutos y el VAR jugó un papel importante al anular un gol de Longo. La efectividad del ataque vasco en la segunda mitad, ayudado por las sucesivas desconexiones defensivas de los azulgranas, puso por delante al cuadro de Berizzo, pero olvidó que los jugadores del Huesca, como bien indica su himno, son fieles siempre sin reblar. El disparo de Miramón desde fuera del área y la obra de arte del Chimy Ávila despertaron al Athletic de su plácido letargo y lo sumergieron en una pesadilla. Resultado: cuatro puntos de seis.

Después de dormir un par de jornadas en Europa tocaba una visita que todo futbolista desea realizar, y es que enfrentarse a un club puntero como el Barça, que cuenta entre sus filas con el mejor jugador del mundo, es una sensación única y un dolor de cabeza para el rival. Y así fue. Leo Franco fue fiel a su filosofía y sus pupilos la ejecutaron, sin éxito, sobre el tapete del Camp Nou. El planteamiento del argentino suscitó un debate. ¿Valentía por plantar cara al Barça o suicidio por no emplear una táctica más defensiva e intentar que la herida fuese menos profunda? Sea como fuere, la verdadera Liga del Huesca no pasaba por Barcelona. El rapapolvo no ha de despistar del próximo objetivo oscense: sumar puntos ante el Rayo. Por ahora, 14º y cuatro de nueve puntos.