Ni juego, ni espíritu, ni vergüenza. El Tecnyconta Zaragoza recibió una humillación histórica en casa ante un Herbalife Gran Canaria que se paseó por el Príncipe Felipe, ganando todos los duelos del partido, individuales y colectivos, logrando su séptima victoria consecutiva, mejor racha de la temporada, y la más amplia fuera de casa. El Tecnyconta también hizo historia. Encajó la peor derrota de su trayectoria en la máxima categoría, 57-102, protagonizando un triste espectáculo que le valió las protestas de la grada, que silbó en repetidas ocasiones y reclamó más orgullo a sus jugadores. No lo mostraron en ningún momento.

Los números son demoledores. 35-135 en valoración, 22-48 en rebotes, 7 puntos en el segundo cuarto, 8 en el último, la misma sangría en defensa de siempre. Pero ni siquiera esas ridículas cifras definen el esperpento que tuvo que sufrir la grada. El Tecnyconta jugó —estuvo en la pista, más bien— como si no pasara nada, como si no fuera ya antepenúltimo en la clasificación, como si la victoria no le sirviera, no la necesitara, ni la quisiera. El conjunto aragonés bajó los brazos, la cabeza, se miró entre sí extrañado, ajeno a todo, sin comprender cómo ha llegado a ser esta caricatura de equipo. El partido duró apenas unos minutos. Le ha pasado muchas veces, le ocurrió hace una semana, pero aún no ha aprendido la lección. La puesta en escena volvió a ser deficiente, con 29 puntos recibidos en los primeros diez minutos. Eso sí, hace una semana fueron 33. Algo es algo.

En defensa, el Tecnyconta fue el coladero acostumbrado, sin actitud ni respuestas para defender el pick and roll o para salir a sus tiradores. Hace tiempo que tiene una defensa de todo a 100. En ataque, los errores se multiplicaron. Más que libertad pareció improvisación durante muchas fases, con malos tiros, mal seleccionados y errados. No funcionó nada en el conjunto aragonés que, de nuevo, contó con una rotación muy corta. Ya advirtió Luis Guil nada más aterrizar en Zaragoza que no contaba con una plantilla física. Ni la tiene ni la tendrá mientras jueguen básicamente ocho jugadores. Así es imposible mantener un ritmo alto.

AL LÍMITE / Porque Luis Guil cambió mucho, puso a los pequeños por fuera, dos bases, dos cuatros. Mucho movimiento de piezas y ninguna solución efectiva. Aunque el Tecnyconta protagonizó un tercer cuarto algo más decente ya era tarde para todo. El partido estaba perdido hacía rato y el público ya había empezado a cansarse. Incluso a marcharse. El Tecnyconta no halló ventajas por ningún sitio, ni vio a sus pívots ni acertó con sus tiradores, perdió numerosos balones en pases a ninguna parte y cedió rebotes sin conocimiento en segundas, terceras y hasta cuartas jugadas.

Un desastre de principio a fin para el que no hay excusas. Ni explicación posible más allá de la indolencia. El Tecnyconta hizo el ridículo en casa y está jugando con fuego. El equipo aragonés está ya al borde del abismo, antepenúltimo con un solo triunfo de colchón sobre el Obradoiro (más el average). Afortunadamente, el conjunto gallego descansó ayer y no pudo igualar al aragonés. Al Tecnyconta le esperan ahora dos salidas consecutivas, Tenerife y Barcelona, que pueden ahondar aún más en la herida. No obstante, poco importan los rivales mientras el equipo aragonés dé una imagen tan lamentable como la de ayer y opte por no competir en una actitud inadmisible en cualquier equipo profesional. La humillación de ayer obliga a una reflexión profunda en el club.