Uno más uno no son dos... son cientos. El 8 y el 14 es la pareja de números mágicos para el CAI. Son los dorsales de Ciorciari y Lescano, dos cifras que se multiplican en la espalda y en el alma de la Marea Roja . Las camisetas de la conexión argentina se reproducen a cada partido en la grada en una expresión del cariño que por el Pibe y el Bicho se ha contagiado entre la hinchada zaragozana. No es una mera casualidad. Los dos se han metido a la afición zaragozana en el corazón por motivos sobrados. Temperamento, calidad, espectáculo, liderazgo y un espíritu ganador desde el que el CAI ha consolidado el milagro de remontar el 2-0 y poner contra las cuerdas al Granada. Cuando sus estrellas se iluminan, como volvió a ocurrir ayer, Julbe se frota las manos y crece la fe en la victoria aragonesa.

Si Ciorciari y Lescano andan finos, el CAI es un equipo ganador. Los dos últimos partidos lo constatan. Ayer, siempre que el banquillo del Granada pensaba en una reacción, con Otis y Walls expulsados, Diego se encargaba de amasar la jugada y Lescano, con frialdad letal, aguaba a canastazos las esperanzas andaluzas. Antes, la dupla fue protagonista en el gran arranque del equipo. Diego, descargado de la defensa de Ordín, aportó serenidad en la dirección, velocidad cuando era necesario y descaro para penetrar (12 puntos en 5 de 9). Julbe camufló a Lescano como falso sexto hombre al introducir de inicio a San Miguel. Cuando le tocó, el cordobés salió e hizo un encuentro completo, de buen nivel ofensivo (11 puntos y cuatro asistencias) y de alta actividad en defensa y rebote (7 capturas).

El acierto de Magnano

Magnano no toma sus decisiones así por así. Si ha preseleccionado a Matías para los Juegos es porque tiene hechos consumados para confiar en que no se equivoca. El Bicho ha realizado una temporada sobresaliente y ha recuperado su aureola de matador en el momento más sensible. Si no hubiera sido por el socavón de su lesión de tobillo, si el CAI no hubiera perdido a su mejor guía durante casi dos meses, el factor campo en el playoff estaría en manos aragonesas. Lo insinuó ayer Julbe e indicios no le quedan para tirarse a la piscina. Matías vuelve a tener el brillo en los ojos, la sonrisa de jugón y la muñeca tonta (3/5 en triples, ayer). Vuelve a ser el rey.

Ciorciari ha crecido en los dos últimos partidos. Ayer, reprimió su impulso de globbertrotter y jugó con cabeza fría, como demandaba la incertidumbre del momento. Fue el más listo de todos. El santaferino anestesió la bola y dirigió con sapiencia (seis asistencias y ninguna pérdida), sin excentricidades, sabiendo que cada segundo que la bola estaba pegada a su mano, era un segundo menos para el éxito.

El pasillo del campeón

La Marea Roja vive una profunda argentinización . Las banderas y las camisetas albicelestes son otro símbolo más colgado del Príncipe Felipe. Ciorciari y Lescano son los ídolos más deseados. Cuando ambos, juntos, inseparables, como siempre, salieron del pabellón, un chillido retumbó por toda la ciudad. Unos cien fieles a la religión roja les recibieron como héroes y les rodearon para pedirles una firma, una foto, un beso... una reliquia de su grandeza. Los dos, como todos sus compañeros, tuvieron que pasar por el pasillo de campeones que ordenó un grupo de seguidores en un anticipo del deseo ACB que se espera el viernes.