Caer y volver a levantarse. Nunca rendirse. Estos principios de acción-reacción los enseña la escuela de la vida, capaz de poner exámenes muy sencillos, de pasar con nota y sin esfuerzo, pero también puede ser retorcida y concebir otros que requieren noches en vela con termos de café para lograr el aprobado. Jorge Ortí entra en este último grupo, pero con una diferencia; saca matrículas de honor, cuatro en concreto.

La cara oscura del fútbol ha castigado con dureza al jugador zaragozano. Con 25 años, el delantero ha sufrido graves lesiones que le han forzado a pasar por el quirófano en tres ocasiones durante las últimas cuatro temporadas. Acción. Pero resurge de todas ellas con la misma ilusión con la que comenzó su carrera. Reacción.

Su calvario comenzó en el 2014. Ese año defendía los colores del filial del Villarreal, como cedido. La triada de su rodilla derecha, una rotura que afecta a los ligamentos laterales, cruzado y el menisco, lo dejó fuera de los terrenos de juego durante siete meses. Ya recuperado y de vuelta en la capital del Ebro, Ortí inició el 2015 con César Láinez al frente del Deportivo Aragón. El técnico apenas pudo contar con él debido a una rotura del ligamento cruzado anterior que sufrió en su rodilla izquierda en febrero de ese año y que le obligó a pasar, otra vez, por la mesa de operación.

Una nueva zancadilla le mandó de nuevo a la enfermería varias semanas, esta vez por una fisura en el quinto metatarsiano de su pie derecho. Un leve percance que cortó su ritmo de competición en la temporada 2015-2016, cuando volvió al primer equipo del Real Zaragoza.

En la pasada campaña, ya en el Toledo junto al también exzaragocista Pablo Alcolea, el fútbol le mostró su faceta más cruel, las recaídas. Ortí dijo adiós a la temporada antes de tiempo, el pasado mes de abril, debido a una nueva rotura del ligamento cruzado anterior, en la misma rodilla que la primera. El delantero consiguió el protagonismo que anhelaba cuando, ya obtenida la carta de libertad del Zaragoza, decidió fichar por el club manchego, en el que vivía un «momento dulce» de fútbol. «Aunque son cosas que pueden ocurrir, nunca me esperé que me volviera a suceder. Fue un golpe psicológico muy importante porque lo primero que pensé es que no había una salida», asegura.

Ortí actualmente está en pleno proceso de recuperación. «Me operaron hace un mes y medio en Barcelona y los plazos para volver son unos seis o siete meses». Ha decidido realizar la recuperación en Zaragoza, su casa, junto a su familia y «fisios de confianza» con el fin de volver a pisar el césped cuanto antes.

No se olvida del Toledo. Aprecia «el gesto» que el club tuvo con él al conocer la gravedad de la lesión. «He hablado con muchos compañeros que han pasado por situaciones similares y sus palabras me han animado bastante, aunque casi ninguno lleva tantas operaciones como yo».

A pesar de los múltiples escollos, Ortí conserva la pasión de un niño que empieza a dar sus primeros toques al balón y que comienza a imaginar su trayectoria con pasaporte directo a la élite. Quién sabe si, con más respeto de sus rodillas, uno de esos billetes hubiese llevado el nombre del exzaragocista. Su debut en Primera División de la mano de Javier Aguirre, en 2011, vistiendo la zamarra blanquilla invitaba a pensarlo. Pero, como indica el canterano, «el pasado es pasado y ya no toca pensar en ello».

Son muchos los mazazos y ninguno le ha apeado de su sueño. Ortí tiene una mentalidad férrea pese a su juventud y su historial de lesiones. No tiene ninguna duda, quiere «jugar hasta que el físico aguante». Los golpes del destino no han enterrado su ilusión de volver a vestirse de corto a final de año.