Da gusto ver a Dylan Ennis. Siempre sonriendo, siempre disfrutando, dando espectáculo. Durante los partidos es pura expresividad, de esos jugadores que levantan a la grada con sus triples lejanísimos o imprimiendo toda su potencia a una carrera o una penetración. Cuando acaban los 40 minutos es el que más tiempo pierde con los niños -y no tan niños— que se amontonan en la esquina por la que los jugadores abandonan la pista camino de los vestuarios. Choques de manos, abrazos, selfis… y una sonrisa de oreja a oreja. La imagen de la felicidad.

Por si eso no fuera suficiente, Ennis se encarga de seguir irradiando esa euforia también después de los partidos a través de las redes sociales. «Sé que lo digo siempre, pero el pabellón estaba espectacular. Gran victoria. Amo a mi equipo y a todos los aficionados. ¡Una gran familia feliz!», escribió en Twitter después del partido ante el Gran Canaria. Y, sí, publica mensajes muy similares después de cada victoria, agradecido por todo lo que está viviendo en la cancha, encantado con su nueva vida tras unos meses en Mónaco en los que no disfrutó tanto.

El estado de ánimo es importante para que cualquier persona desempeñe mejor aquello que tenga que hacer. Y Dylan Ennis es una gran muestra de ello, además de un gran ejemplo de superación. Hace unos años tuvo que ir a terapia por problemas de depresión y ansiedad. Hoy, disfrutar cada día como profesional y ver crecer a su hija junto a su esposa es todo lo que podría desear. En el Casademont ha caído de pie. Ya conocía la ciudad, el pabellón, el club, la competición… y su integración fue cosa de días. Su presencia ha redondeado el equipo de Fisac y sus números demuestran su importancia.

En la Champions, donde ha tenido más minutos, ya es el máximo anotador del equipo (12,3). Y en la Liga Endesa acumula cinco partidos consecutivos sumando más de diez puntos. El sábado, 13 con los que contribuyó al triunfo. En Andorra, la temporada pasada, tuvo un rendimiento espectacular. Esta ya ha batido alguna de sus marcas en la ACB: los 7 rebotes que capturó ante el Fuenlabrada, las 8 asistencias que repartió contra el Tenerife y las 6 recuperaciones que firmó en Málaga. En 9 partidos de Liga ya promedia 11,9 puntos, cerca de los 13,4 que medió en el Principado.

Los lanzamientos

No son solo los números, claro. Ennis se ha empleado en defensa como el que más desde el primer día. Y los dos últimos partidos, con San Miguel de baja por lesión, ha ejercido también de base. Cosa que también ha hecho con acierto. A veces un poco temerario con sus lanzamientos, como si 6,75 fueran pocos metros, ya acumula un 46% de acierto desde más allá del arco. En los últimos cinco partidos esa media se dispara a un 66%. Frente al Gran Canaria hizo 3/4 (75%), ante el Tenerife, 5/8 (62%), en Andorra 4/8 (50%), contra el Baskonia 5/6 (83%) y en Málaga 3/5 (60%).

Unos números que han contribuido a la notable mejora del Casademont desde esa distancia en las últimas jornadas y a la que se han sumado otros tiradores, especialmente Brussino. Que han mantenido la inercia del equipo pese a los tropiezos ante Tenerife y Andorra. El Casademont sigue tercero y con opciones de todo en la Champions. El equipo aragonés ha sufrido todo el curso con los triples y ahora está viendo la luz también en ese apartado.

Todo para contribuir a la felicidad de un club y de una afición. Zaragoza está disfrutando de su equipo de baloncesto como hacía años que no ocurría. Y entre tanta alegría brilla siempre la sonrisa inmaculada de Dylan Ennis. En la pista con su juego intenso, dinámico y con un punto de locura. Fuera, con esos abrazos habituales con los seguidores. La imagen de la felicidad.