Poco más de un año y medio separa a los Idiakez. Se formaron en la cantera de la Real Sociedad. El mayor es Imanol, de 46, que no debutó en el primer equipo. Íñigo, camino de 45, sí lo hizo, con hasta 233 partidos en la élite como txuri-urdin. Centrocampista Imanol, delantero Íñigo, ambos entrenadores ahora, aunque en los banquillos el fútbol ha sonreído más al técnico zaragocista. Íñigo está con los sub-18 del Luton Town tras ser segundo técnico en el Derby County o en el Apollon Limasol y estar también en la academia del Leicester.

—¿Cómo vivió el fichaje de su hermano por el Real Zaragoza?

—Con mucha ilusión. Ha sido todo muy bonito desde que le llamaron, fueron directamente a por él y Lalo Arantegui lo tenía muy claro. A Imanol le vi emocionado desde que se reunió con Lalo. Es que tuvo cero dudas. Me dijo que les daba igual que fuera en Primera o en Segunda, que le conocían, que habían visto partidos.... La pena es que no se pudiera lograr al final el ascenso.

—¿El tren del Zaragoza obliga a no dejarlo pasar?

—Mi hermano en el mundo del fútbol ha tenido que pelear mucho, como jugador y como entrenador, donde ha tenido vestuarios diferentes, empezando desde abajo. Los de Primera o Segunda son difíciles, pero los más complicados son los de categorías más modestas, que tienes impagos, problemas económicos, engaños de directivas… Eso él lo ha vivido. Que le venga un club como el Zaragoza, una entidad histórica, de Primera, aunque esté en Segunda, con un proyecto tan claro y ambicioso... Es que no es una apuesta de ahora para ver qué pasa, sino que hay una idea clara de dónde quieren llegar. Eso a un entrenador solo le puede gustar. Imanol lo ha estado esperando mucho tiempo y le ha llegado esta recompensa.

—¿Lo ve preparado para ese reto, para esa presión? El Zaragoza necesita subir por obligación económica y social y otros clubs cuentan con muchos más recursos para hacerlo.

—A él no le afecta la presión de fuera, ya se impone mucha por sí mismo porque siempre ha sido muy competitivo, con la idea de llegar a lo más alto posible. No solo en el Zaragoza, sino en cualquier equipo en el que ha estado. Capacidad tiene de sobra y conoce la responsabilidad que implica el Zaragoza. Y estoy seguro de que lo va a hacer muy bien.

—¿Qué es lo que más le gusta de su hermano como técnico?

—El estilo, la propuesta futbolística y el cómo lleva el grupo. Para mí no hay nadie que tenga una propuesta mejor en el fútbol español, en cuanto a idea global. La información que da a los jugadores, las herramientas, el juego de posición… Es que lo vais a ver en seguida. Es una manera diferente que Lalo conoce desde hace tiempo porque le ha seguido y además ha pedido información. Y lo más importante de un entrenador es cómo hablan los jugadores y de él todos los futbolistas dicen maravillas.

—Esos elogios hay que confirmarlos después...

—Es verdad. Puede parecer arrogante decir que tiene suerte el Zaragoza de haberlo fichado, pero lo siento así. Lo veo en dos o tres años haciendo cosas muy importantes, esperemos que sea ahí. Va a ser un superentrenador, será top. Y muchas veces lo que necesitan estos técnicos es la oportunidad en un club importante. A Imanol le ha llegado.

—Usted llegó más lejos como jugador, pero él le está ganando de entrenador. ¿Hay rivalidad?

—No hay ninguna rivalidad, cero patatero. Ni la hubo de jugador, ni ahora de entrenador. Le deseo lo mejor, porque se lo merece. Y, además, creo con seguridad que desde el principio las cosas van a salir bien. Imanol es muy cabezón y va a conseguir sus objetivos. Él consigue lo que quiere.

—¿Llegaron a coincidir en la cantera de la Real Sociedad?

—Yo soy año y medio más pequeño que él, cuando yo estaba en juveniles él estaba en el filial. Allí coincidimos jugando juntos un año. A él las lesiones, ya que tuvo el cruzado y una tibia y peroné, le perjudicaron mucho. Yo venía pegando fuerte desde abajo y a él no le dieron la oportunidad por culpa de esas lesiones. Se tuvo que ir fuera a pelear y lo hizo. Después, ya empezó como entrenador, desde el filial de la Real Sociedad y ha vivido una carrera de obstáculos que ha ido superando. Ahora le viene el tren grande y está preparadísimo. Para mí, sin duda, es el mejor. No hay nadie mejor que él.

—¿Quién se sacó antes el título de entrenador?

—El se lo sacó antes, yo lo hice en el 2010 más o menos y después cada uno ha llevado su carrera lo mejor que ha podido y sabido. A mí me gusta más trabajar en el fútbol profesional, pero por circunstancias me he tenido que quedar en la formación en estos momentos, esperando mi oportunidad para dar ese salto. He tenido un par de cosas ahora pero quiero tener la ocasión que a mí me llene.

—¿Se ve trabajando con su hermano en un futuro, compartiendo por ejemplo ambos el banquillo en un club?

—Bueno, ¿por qué no? Nunca sabes qué puede pasar. Vamos a ver cómo le va a él en Zaragoza, a ver qué pasa la temporada que viene… De momento, lo que tengo previsto es viajar en cuanto pueda allí. Acabo de empezar la pretemporada en Inglaterra, un periodo que siempre es muy largo, pero cuando tenga un rato iré a visitarle y a disfrutar del fútbol que hará el Zaragoza.

—Entre sus etapas de jugadores y de entrenadores ambos superan los 25 años de carrera profesional. En la familia Idiakez el fútbol casi será una religión.

—Tenemos una hermana más, que es la pequeña de los tres y es peluquera. Hubiera sido demasiado que ella también le hubiera dado a esto... (Sonríe). El fútbol es nuestra vida. La de los dos. Yo todo lo que me digas relacionado con el balón lo sabré hacer. De lo demás, ni me digas. Amamos los dos este deporte, lo hemos vivido desde pequeños, nos apasiona y estamos volcados en él. Jugamos ambos en una carrera larga y ahora los dos hacemos nuestro camino como técnicos.

—¿Le ha confesado Imanol cuál es su sueño en el Zaragoza?

—Lo que quiere es hacer lo mejor posible para el Zaragoza y eso es ponerlo en Primera. Es que recuerdo aquellos partidos como jugador de la Real en La Romareda en Primera... Qué espectáculo, cómo animaban. También he visto el playoff. Los dos sabemos bien cómo es esa afición y sé que el público de La Romareda va a estar encantado en esta etapa. Su sueño es ese, recuperar esas tardes mágicas en Primera, llevar al club ahí, de retorno a donde se merece. Y estoy seguro de que el zaragocismo va a disfrutar y, si mi hermano y la afición disfrutan, yo también lo haré.