Cerrado el mercado de fichajes el pasado 31 de agosto y después de que Manolo Jiménez asegurase tras el encuentro ante el Málaga que la puerta estaba cerrada y que se centraba exclusivamente en trabajar con los jugadores que tenía, casi nadie esperaba el último e impactante movimiento del Real Zaragoza, que ayer anunció la contratación por una temporada de José María Movilla. El centrocampista, de 37 años, se encontraba libre tras acabar su vinculación con el Rayo Vallecano la pasada temporada. El club anunciaba a mediodía el regreso del madrileño y lo presentó a las seis de la tarde en La Romareda. Llevaban unos días de sigilosas conversaciones y al final se decidió que sí. El final fue hecho con esas maneras tan de Agapito, a toda prisa, con poco que explicar.

Pese a la inesperada noticia y la premura de tiempo, Movilla fue recibido en el estadio por unas trescientas personas --no se veía tanta gente desde hace mucho tiempo--, que le aclamaron en la calle y le jalearon ya vestido de corto. Movilla, despachado en el 2007 del Zaragoza porque se entendía que era mayor y no tenía más fútbol que ofrecer, regresa cinco años más tarde como un héroe tras un movimiento singular que pone al jugador en su sitio, en un merecido premio crepuscular. Al club también lo retrata. El fichaje demuestra lo que era el Zaragoza hace solo un lustro, cuando Agapito había malmetido poco, y lo que es hoy.

Sobra decir que, si todo transcurre con normalidad, Movilla jugará un porrón de partidos esta temporada con el Zaragoza. Se adivina simplemente revisando el último centro del campo que alineó Jiménez hace unos días: José Mari, Pinter y Romaric. Claro que primero se tendrá que poner en forma y ganar la confianza del entrenador y el vestuario. Pero ambas cosas no le llevarán demasiado trabajo, conocido el tipo de jugador que es.

Esto dijo Jiménez para presentarlo: "La predisposición de Movilla ha hecho que recale en el Zaragoza. Se puso en contacto conmigo no hace mucho, tiene un gran afán por ayudar en este proyecto en el que tenemos jugadores con poca experiencia en Primera División. Su veteranía nos va a ayudar a acoplar a muchos futbolistas".

Las primeras palabras de Movilla fueron sencillas: "Estoy muy agradecido al club, sobre todo al entrenador por la apuesta que ha hecho por mí y que me permite volver a mi casa. Estoy ilusionado como un chaval que empieza. Estoy aquí porque me hace ilusión estar en este proyecto que encabeza nuestro entrenador, que ha empezado a dirigir algunos fichajes y a hacer un plantel de futuro", explicó el jugador, que el año pasado jugó 38 partidos con el Rayo.

El centrocampista afirmó que llegaba a Zaragoza en buen estado físico, aunque no está aún en condiciones de jugar. "En estos tres últimos meses no he estado trabajando en grupo, pero no he hecho una pretemporada como debería, aunque sí un buen trabajo individual y podré estar pronto en el grupo", aseguró el madrileño, que habló de su salida del club vallecano. "Cualquier jugador, después de jugar 38, 42 y 44 partidos, respectivamente, en las tres últimas temporadas esperaría ser renovado por su club, pero según cómo transcurrió la temporada ya se veía".

En su regreso a Zaragoza, Movilla, "orgulloso" de sus 37 años, es consciente que se mide su rendimiento por su edad y pidió tranquilidad al entorno. "Hay que ser prudente con este equipo. A estos jugadores hay que darles tiempo y tranquilidad para que se acoplen. Que esté tranquila la afición y así conseguiremos el objetivo, pero vamos a darle la pausa que necesita", dijo Movilla, que se mostró emocionado en su regreso. "El Real Zaragoza me ha dado los cuatro mejores años de fútbol de mi vida. He jugado tres finales, he ganado dos... Y el último día, como no podía estar en el césped, me despidieron con la insignia de oro y brillantes del club. El Zaragoza nunca ha sido injusto conmigo. Siempre he estado eternamente agradecido".