A Tommy Robredo hay que reconocerle calidad y esfuerzo. El martes por la noche, en la central Arthur Ashe de Flushing Meadows, se medía en cuarta ronda del Abierto de Estados Unidos ante el rodillo imparable que es Andy Roddick. El de Hostalric iba dos sets abajo y 3-5 en el tercero, pero seguía corriendo, peleando por evitar que el estadounidense tomara ventaja y se llevara el partido rompiéndole el servicio por quinta vez. Lo consiguió, y aunque en el juego siguiente el campeón del 2003 se llevó el punto, el set y el partido (6-3, 6-2, 6-4), Robredo demostró que no se rinde. Ni siquiera ante el favorito, que no ha cedido ni un set en su paseo hasta los cuartos.

"Si cometes unos pocos errores como los que yo he cometido es difícil jugar contra él, porque es casi imposible romperle su servicio aquí", admitía Robredo. Lo cierto es que el número de errores no forzados fue similar (18 el español, 19 el estadounidense), pero la diferencia estuvo, como casi siempre Roddick está al otro lado de la red, en un saque incontestable, que el martes se tradujo en 11 aces y 88% de puntos con el primer saque.

La derrota de Robredo puso punto final a la aventura española en individuales en esta edición del Abierto. Ahora la esperanza de conseguir algo cae también, en parte, en sus manos. Junto a Rafael Nadal, Robredo se enfrentará a Robbie Koening y Travis Parrot en los cuartos de final de dobles. Su rival saldrá de un enfrentamiento con los otros supervivientes españoles: Feliciano López y Fernando Verdasco, que deben superar a Paes y Rikl.

Si el partido masculino fue incontestable, no sucedió los mismo con el encuentro de cuartos de final que disputaron Serena Williams y Jennifer Capriati. Ganó la segunda (2-6, 6-4, 6-4) y lo hizo gracias a un gran juego en los dos últimos sets pero, también, gracias a los errores de una juez de silla que no volverá a arbitrar en Flushing Meadows.