Si no fuera porque ha pasado veinte veces esta temporada, se podría decir sin temor a equivocarse que los jugadores no tienen ningún interés en ascender a Primera. La representación de ayer, en bochorno continuado, solo puede explicarse desde ese punto de vista. Acaso les importa un bledo este asunto. O se han hartado de Herrera y creen tan poco en su entrenador como el resto de la ciudad. No es cuestión de culparles por pensar la verdad, pero se puede pelear contra un orden establecido desde la profesionalidad, incluso se puede demostrar decoro. Claro que para eso hay que tener valentía, algo que no ha reflejado la plantilla esta temporada. Bien lo demuestra la falta de apoyo real a sus compañeros desde el verano. Aquí manda el egoísmo, o el miedo. Desde luego, la mayoría piensa primero en salvar su culo y luego en el equipo. Así va.

Aun así, las puñaladas del vestuario serían lo de menos si los futbolistas mostrasen un mínimo de dignidad en el terreno de juego. No lo hacen. Tampoco con sus palabras. Cansa pensar en cuántas veces han repetido que el equipo va camino de encontrar su estilo, que solo hace falta encadenar un par de victorias, que si la mala suerte, que si la temporada es muy larga, que si la Segunda es muy difícil, que si hay que adaptarse...

Monsergas, mentiras, cantinelas para salir del paso. Solo hay una verdad: el Zaragoza juega en una categoría malísima, y solo ha ganado 10 partidos de 30, con 39 puntos y solo 36 goles. En su último ascenso llevaba 51 puntos y 54 goles. Y no iba primero, iba quinto. Pero la culpa, según han repetido algunos ignorantes unas cuantas veces, es en gran parte de La Romareda, de la afición, que no anima. Con dos narices. Afortunadamente, el tiempo pone todo en su sitio. En Ponferrada, Jaén, Sabadell o Lugo no había presión. Sí había, como en casa, pésimos jugadores. ¿Los peores de la historia? Sí, es bien posible.

Decía ayer Herrera que haber tenido que utilizar a los canteranos, concretamente a Diego Rico, les había hecho perder muchos puntos. Será por el nivelazo de Abraham, se supone. Hace falta ser cínico para esgrimir eso, más si lo dice un entrenador que una semana antes presumió de apoyo a los jóvenes de la casa con una mentira de tomo y lomo (seis canteranos, seis, dijo).

Es obvio que el lateral se ha equivocado, como corresponde a cualquier debutante de 20 años con solo un puñado de partidos en Segunda B. No lo es menos que la temporada de las vacas sagradas y otros protegidos es para decir otras cosas, más feas y en voz más alta. Ahí aguantan, sin ruborizarse, Álvaro, Paglialunga, Barkero, Luis García, Montañés... Da para elegir, al gusto: Abraham, Acevedo, Fernández, Álamo, Cidoncha... Y los de arriba. A uno, al bueno, Henríquez, se lo cargó Herrera por jugar cuatro partidos mal. El otro, Roger, ya se ve para lo que le da. No es, ni de lejos, un delantero titular para el Zaragoza de toda la vida. Claro que este no es el Zaragoza de toda la vida. No lo puede ser con esta plantilla. Ya se sabía que no tenían nivel para vestir su camiseta. Ahora, además, se sabe de su indecencia.