Fue casi un soliloquio. En esos cinco primeros minutos de rueda de prensa, sin pregunta previa que valiese, Víctor Muñoz comprimió la realidad. Desgranó el drama del club, hizo un acto de fe, demostró su condición indiscutible de aragonés, de zaragocista, y abrió la puerta a un futuro mejor. Que todo llegará, que tiene que llegar, vino a decir. Porque así lo piensa, por lo que sabe también. Puso, eso sí, sus condiciones. Si llega el salvador, la supervivencia, pero el día que comience la Liga no existe una plantilla para competir con dignidad en Segunda División, se marchará. Por respeto, sobre todo, a lo que es el Zaragoza, su institución, su historia. Por la consideración que merece. De momento, cree. Se lo dice su corazón, su instinto.

Así empezó su relato ayer el entrenador del Zaragoza: "Cuando me fui en junio estábamos en una situación difícil, aunque pensaba que se podrían resolver los problemas económicos. No ha sido así. He vuelto el 15 de julio y estamos en una situación dramática. Hasta ayer tuve muchísimas dudas de volver, pero me he decidido porque el instinto me dice que el Real Zaragoza tiene que sobrevivir. Hablamos de algo que es muy importante, el símbolo de muchos zaragocistas, de muchos aragoneses. Es la referencia de los aragoneses y va a renacer. No sé cuándo, pero va a renacer".

El discurso se le atascó al pensar en lo que fue el Zaragoza, lo que es, lo que debería ser. Ahí predominó la emoción, casi llanto, sobre la palabra. "Me gustaría tener un equipo excepcional para jugar en Primera, pero no puede ser. Tenemos un equipo con muy pocos jugadores y un club a punto de desaparecer. Yo no sé quién puede aparecer. No soy sentimental, pero estoy en una situación compleja", logró decir con un hilo de voz en el momento más emocionante de la rueda de prensa.

Se rehízo pronto, ya con las primeras preguntas, para repartir optimismo de manera prudente. "Entiendo que todo se va a resolver y, a partir de ahí, confeccionaremos un equipo para competir dignamente. Yo no engaño a nadie. Si no es así, no aceptaré este reto. Ahora lo importante es la supervivencia del Real Zaragoza y después, hacer un equipo digno. De lo contrario, el primero que se irá seré yo. Por instinto creo que tenemos que sobrevivir, es una cuestión de todos. Este club es un signo para todos, incluso para el resto del fútbol español. Yo sé que hay muchas dificultades, pero voy a dar un margen hasta que empiece la competición para que haya un equipo mínimamente digno. Considero que el Zaragoza tiene que estar donde tiene que estar".

Víctor quiso hablar sin dobleces, expresando con naturalidad su zaragocismo. "Estoy en el equipo de mi tierra con mucho orgullo, pensando en la temporada que viene en Segunda e incluso pensando en ascender. No sé de qué manera, pero creo que se va a lograr la supervivencia. El Zaragoza tiene viabilidad, se puede gestionar sin ningún problema. Hay compromisos que cumplir y otros se pueden negociar o diferir. Lo que salga tiene que ser consistente. Los que están ahora están tratando de hacerlo, pero si no lo hacen, alguien tiene que llegar por detrás. También hay que dar responsabilidad a las instituciones", dijo Víctor, que entendería que un nuevo dueño llegase con otro técnico. "Ya me pasó con Agapito y me tuve que ir corriendo".

De momento, piensa y trabaja en futuros fichajes. Y dejó un recado. "Imaginen cómo está el fútbol. Si el señor Agapito Iglesias hizo 130 fichajes y no sabía nada de fútbol...".