Hay broncas que no sirven de nada. Cuando un equipo está desquiciado no hay arengas que valgan. Es inútil. Y Horacio Gómez, el presidente del Celta, ya lleva muchos años en el negocio para saber que esta es una ley que rige en el fútbol y es muy difícil, casi imposible, cambiarla. El sábado acudió al entrenamiento del Celta, pidió compromiso a sus jugadores y le lanzó un mensaje a Radomir Antic: "Quiero que jueguen los que estén más involucrados". ¿Cuál fue ayer el resultado? Un empate. Un punto en Santander que, sin embargo, sabe a fracaso ya que en 90 minutos se descubrieron todas las miserias del conjunto gallego.

Bloque fatigado

El Celta, próximo rival del Zaragoza, es hoy por hoy un equipo roto. Un bloque víctima de la presión que atenaza a los grandes equipos cuando descubren que la posibilidad del descenso se convierte en una realidad. La llegada de Radomir Antic sólo tuvo un ligero efecto gaseoso. Nada más. La plantilla, muy veterana, está cansada, físicamente mal preparada --ayer se rompieron Jesuli y Giovanella y se suman a las bajas de Luccin, Juanfran, Sylvinho, Sergio, Méndez e Israel-- y, sobre todo, con miedo al fracaso tal y como se comprobró ayer en El Sardinero. Un campo que sigue siendo maldito para el Celta, ya que sigue sin ganar después de 23 visitas a la capital cántabra.

Es difícil ver un equipo tan vulnerable como el Celta. ¡Qué moral tan frágil! Ayer, en una pésima tarde del árbitro madrileño Megía Dávila en la que señaló cuatro penaltis y expulsó a dos jugadores, se dejó igualar un 2-4 favorable. Una ventaja que logró cuando el Racing jugaba con un hombre menos por la expulsión de Regueiro en el minuto 35. Pero Velasco fue expulsado, el partido se equilibró y el Racing empató. Luego llegó la jugada desgraciada. Milosevic falló un penalti en el último minuto. El yugoslavo, muy nervioso, lo lanzó a las nubes. Ya tenía razón Mostovoi cuando en el momento del lanzamiento se dio media vuelta y no quiso mirar hacia la portería del Racing.

El Celta recibe al Zaragoza la próxima jornada, viaja a San Mamés y juega en Balaídos contra el Sevilla en las próximas tres semanas. La salvación, al menos, está a cuatro puntos. La derrota del Mallorca en Valencia dejó ayer la permanencia un poco más cerca.

Aunque Radomir Antic sigue sin verlo claro. "Cada vez está más cerca la conclusión de la Liga y seguimos en zona de descenso. El empate deja un sabor agridulce, pero seguiremos luchando por la salvación", declaró ayer Antic. El técnico serbio culpó a sus jugadores del resultado: "Con un 2-4 y un jugador más salimos del partido por culpa nuestra y, además, culminamos nuestro pésimo final fallando un penalti. El árbitro ha estado mal, es cierto, pero también han fallado los jugadores", dijo.