Ya son siete años. No puede ser casualidad. Es una tradición. Este es el séptimo año consecutivo que los remeros de Oxford eligen el embalse de Ribarroja en Mequinenza para realizar sus entrenamientos. Del 2 al 11 de enero el equipo inglés de remo estará en la población aragonesa del Bajo Cinca preparándose para la competición anual de regatas que se disputa entre las universidades de Oxford y Cambridge en el mes de abril.

La poca oscilación de las aguas del embalse, la tranquilidad que ofrece este paraje y las facilidades que presta el ayuntamiento parecen razones suficientes para que los chicos de Oxford elijan venir a entrenar a Mequinenza. Al menos, así lo considera el capitán del equipo, Sean Bowden: "De los lugares ofertados en España, preferimos venir aquí, el río es tranquilo, nos ponen las cosas fáciles y no hay distracciones que entorpezcan nuestro objetivo".

En realidad, los remeros resultan poco accesibles, no pueden ser molestados durante el entrenamiento y ni siquiera la llegada de los Reyes Magos en lancha consigue captar su atención. También sorprende que ninguno de ellos hable español. Por eso, siempre van acompañados de una traductora.

El equipo está compuesto por 20 remeros con edades comprendidas entre los 18 y los 29 años, un fisioterapeuta y tres entrenadores. Su estancia en Mequinenza esta marcada por la rutina del entrenamiento, que consiste básicamente en remar 20 kilómetros por la mañana y otros tantos por la tarde. Los tests ergométricos y el uso de distintos aparatos gimnásticos vienen a completar su dura preparación física. Estas pruebas, que determinan el rendimiento de cada remero, son claves para elaborar la selección final que competirá con Cambridge: 8 remeros y un timonel. La exigencia es máxima porque Oxford quiere repetir la victoria lograda el año pasado.

Con toda normalidad

En Mequinenza se vive esta especial visita con toda normalidad. Es una tradición más de la Navidad. "Los primeros años organizábamos una recepción de bienvenida en el castillo, pero a estas alturas ya los tratamos como unos turistas más, aunque seguimos respetando los compromisos adquiridos en un principio", comenta Antonio Llop, concejal de Deportes. Entre las facilidades que presta el consistorio de Mequinenza están los desplazamientos del equipo desde el aeropuerto del Prat de Barcelona hasta la localidad y el préstamo de una pequeña embarcación que les acompaña los días que dura el entrenamiento.

Los ingleses de Oxford no son los únicos que vienen a entrenar, aunque sí parecen los que más disfrutan de estas ventajas. "Todos los años vienen equipos ingleses a hacer el stage y hace dos años estuvo la selección española sub-23 de remo", recuerda Antonio Llop. Según el concejal, el ayuntamiento pretende potenciar el turismo y todas las actividades relacionadas con el agua.

El embalse que se extiende desde Ribaroja hasta Mequinenza tiene 30 kilómetros de extensión, se introduce por el brazo del río Matarraña, pasa por el pueblo inundado de Fayón y sigue hasta la desembocadura de los ríos Cinca y Segre. "Mequinenza fue durante 25 años el único campo de regatas que había en España y se han celebrado distintos campeonatos nacionales de remo que han dado prestigio a la población. El último se celebró en el 2003", explica Carlos Soler, presidente del club Naútico Capri.

Problemas con el lodo

De los cinco campos de regatas existentes en España, Mequinenza es el más céntrico, pero la falta de un acondicionamiento más adecuado reduce la disputa de competiciones. Un problema difícil de resolver, ya que 1.000 de los 2.000 metros que tiene el campo están llenos de lodo y algas. Precisamente la poca oscilación del agua y la ausencia de corrientes que favorecen la práctica de los distintos deportes naúticos y la pesca, condiciona negativamente el campo de regatas, provocando la acumulación paulatina del lodo, cada vez más difícil de eliminar. La Confederación Hidrográfica del Ebro dejó de limpiarlo ante la falta de resultados.

El ayuntamiento busca una solución y se insta a los organismos autonómicos y nacionales. "La situación creada es una consecuencia del desembalse de Barasona, que se realizó en los años 80. No se tuvo cuidado de echar el barro fuera del cauce", dice Antonio Llop. Para el presidente del club Capri, Carlos Soler, "la responsabilidad también corresponde al Gobierno de Aragón, que se comprometió a apoyar este tema e incluso podría recaer en la propia compañía Endesa que construyó el embalse sin prever las consecuencias a largo plazo".