El Real Zaragoza iba a dar carpetazo a la temporada frente a un rival que había olvidado el significado de la victoria y, fiel a la inconsistencia e inmadurez que le han definido durante todo el curso, ha regresado de nuevo al invierno, en el momento que sus rivales por la permanencia han elevado la temperatura de la batalla final. Ha salido de esta jornada como una estatua de hielo sobre un volcán, con un futuro tan incierto como su pasado y su presente, incapaz de responder como exigía el guión después de que Lugo y Extremadura hayan reducido las diferencias casi a la mínima expresión. Con el Reus descendido administrativamente y el Córdoba y el Nástic con un pie en el otro mundo, falta una plaza para sortear. El conjunto de Víctor Fernández compró todas las papeletas con un encuentro infame, muy mal planteado y peor ejecutado, fallando con estrépito en los goles recibidos y en las ocasiones despreciadas con penosos remates ante un colosal Dani Jiménez. Ha vivido de Cristian muchas veces, pero los demás también tienen portero. Así es el fútbol.

El Alcorcón se sostuvo en su guardameta en distintos episodios, pero también en su mayor oficio para ir desmontando a un Real Zaragoza aniñado, herido por la ausencia de Guitián, que se tuvo que quedar en el banquillo víctima de un virus, y de Igbekeme, que se retiró después de que Boateng le fileteara la pierna. Entró Guti y se unió a Pep Biel para intentar poner orden, porque sus compañeros no dejaban de desafinar. Lo hicieron Verdasca y Álex Muñoz en el primer tanto de Juan Muñoz y también en el segundo, con desatenciones impropias de profesionales. Al recital de las calamidades se sumó Jorge Pombo con un par de ocasiones que no supo concretar con tiempo y espacio para elegir. Errático, sin posición y con las carreras diagonales que describen sus peores días, perdió una pelota que acabó dentro de la red de Cristian. Su talento, incuestionable, no se traduce en productividad, por lo que se pueden cuestionar muchas cosas.

Hubo además deserciones. La de Álvaro Vázquez clama al infierno. Apareció en la segunda parte como si le hubiera sobrado la primera, con dos asistencias estupendas para Pombo y Linares. No es de recibo que la referencia ofensiva trote por el campo contando las amapolas. Eguaras prefirió deshojar margaritas y erró un buen puñado de pases no forzados, sin influencia alguna ante la responsabilidad de liderar un centro del campo huérfano sin Igbekeme. Y a Zapater, Víctor Fernández le castigó con el lateral derecho, por donde el capitán se limitó a no equivocarse en una etapa de su carrera que le sobra. No tendría que someterse a estas flagelaciones por su extremo cariño al club. Respetado, querido y admirado, ya ha cumplido con creces con su deber moral.

Víctor Fernández colaboró a su manera en el desastre. Dispone de poco material, como bien recuerda en cada rueda de prensa, pero en este partido empalagó la zona de tres cuartos con demasiados futbolistas de enganche desplazados de sus espacios naturales. Pombo, Biel (de lo mejor) y Soro se pisaron espacios y reclamaron la pelota en los cruces de camino. Estaban donde no debían y a destiempo, y por si fuera poco Álvaro de parranda. El Alcorcón no necesitó demasiado para desconectar ese conducto sin energía pese a que Guti quisiera enchufar al grupo con buenas decisiones y Pep Biel dejara detalles interesantes una vez más. Pero solo Nieto se salvó por completo del hundimiento. El lateral izquierdo avanza a pasos agigantados, con potencia y decisión. Voló por encima de un equipo estrellado, aunque no pudo evitar el grave accidente.

El Real Zaragoza de la contención económica que busca capitales amigos y la venta de sus mejores valores para seguir adelante con más pena que gloria, resultó un juguete para un Alcorcón que sufría amnesia de victorias. En realidad nunca ha abandonado el invierno que se le echa encima con chicos de la cantera con proyección pero expuestos a un paisaje que no les corresponde. Los futbolistas que deberían arroparles no dan la talla ni asumen ese rol... La permanencia se retoma como objetivo urgente frente a adversarios que conocen ese ecosistema y están adiestrados para este tipo de exigencias psicológicas. Cae la noche y los caminantes blancos siguen al frente de un club del que han hecho un reino sin trono.