--¿Quién fue el mejor jugador que tuvo de compañero en el Zaragoza en aquella época?--No sé, podría decir muchos. Villa, los Milito, Savio, Ewerthon... Hasta Toledo, que tenía sus limitaciones pero era un defensor impresionante. No pasaba ni el aire por su banda. O Galletti, con el que también he perdido contacto, pero era un futbolista de mucho nivel, el que marcó aquel gol histórico en la final contra el Madrid. De todas formas, le digo una cosa, la fuerza de aquel Zaragoza estuvo en el conjunto.

--En aquellos años, usted, en sus relaciones con el club, también se expuso mucho, por su carácter. ¿Aún recuerda la dura negociación por las primas?--Yo he sido siempre de ir de frente, aquella negociación me perjudicó porque yo no me callaba. Gabi me decía que estuviera tranquilo, que no podía ser tan agresivo. Jerónimo Suárez y el presidente Alfonso Soláns hicieron una gestión muy controlada con la realidad del club. Cuando lo vives como futbolista es más difícil de entender, pero ahora con el paso de los años ves que es lógico que los clubs intenten reducir y controlar el gasto. Pero, en ese momento, Álvaro era pura fuerza y se peleaba con todo el mundo.

--¿Sigue practicando capoeira? Era una de sus aficiones favoritas cuando estaba aquí.--Sí, mucho. Tengo que entrenarme más que cuando era más joven y estar en más forma, por lo que practico con más intensidad, porque me ayuda a estar a punto físicamente.

--También era muy religioso, de la Iglesia Evangelista. Hasta tocaba la guitarra en las celebraciones.--Ahora soy mucho más practicante, yo decía en aquella época que era Evangelista, pero realmente no lo era, ahora sí lo soy. Intento estar con la gente, ayudar a los más desfavorecidos, sigo con mi guitarra en las celebraciones.... Cuando estaba en el Zaragoza iba a la iglesia, pero ahora lo vivo mucho más, con mi mujer, con mis hijos, para la educación de ellos. Es muy importante para su formación como personas, para que sientan la palabra de Dios, la fe.

--¿Cuántos hijos tiene?--Dos. Uno de 13, Álvaro Calebe, y otro de 9, Luiz Gabriel. Por cuándo nacieron, siempre digo que uno es canario y otro es maño (sonríe).

--Con 37 años aún está jugando al fútbol al máximo nivel en el Linense. ¿Hasta cuando?--No sé, yo me siento muy bien.... La Liga Paulista empieza en febrero, igual después, cuando acabe, me quedo como entrenador, en el cuerpo técnico de mi equipo ahora. Mi futuro está en el banquillo, quiero que sea así. Sigo aprendiendo y disfrutando jugando, pero la edad está ahí. Y ya me he preparado para dar ese salto de jugador a entrenador.

--Usted se marchó del Zaragoza nada más llegar Agapito Iglesias. ¿Desde la distancia, como ha vivido estos ocho años que acabaron el pasado verano?--Con tristeza. Es verdad que hace mucho que no voy a esa ciudad, pero el Zaragoza está en mi corazón y he sufrido desde lejos todo lo que ha vivido, los descensos, los problemas... Me enteré de que estaba a punto de desaparecer. Yo nunca imaginé que el Zaragoza que yo viví pudiera pasar por tantos problemas, que llegara a eso. Creo que falló en la apuesta, tenía que haber seguido con la idea de fichar jugadores jóvenes y con proyección, como David Villa, Gabi Milito, Ponzio o yo, para que crezcan en el Zaragoza. Después, fichó a futbolistas con salarios muy importantes y creo que se equivocó.