-¿Ha sido una liberación el anuncio de la retirada del atletismo profesional?

-Ha sido una pena porque tenía claro que me tocaba por lo menos un cierto periodo de descanso, pero no era ni el momento ni la forma. A veces la vida decide y lo que no puedo hacer es aferrarme a un sueño que estaba convirtiendo el proceso en una pesadilla.

-En su carta abierta hablaba de sufrimiento. ¿Por qué ha decidido dejarlo?

-Después de todo el proceso de las dos operaciones y de recuperarme de la maternidad tenía mucha ilusión en esta última temporada y en el 2020, pero con el confinamiento, etcétera, se hacía inviable seguir intentándolo, porque es hipotecar la salud de mi familia de alguna manera. Ahora mismo tengo otros proyectos personales y si me aferro tanto a competir no puedo evolucionar. Había que valorar, sopesar y el año que entra tampoco tiene una previsión de temporada normal, entonces era intentarlo tirando piedras contra mi propio tejado. No puedo buscar ese punto si no puedo estar al 100%, sobre todo porque además después del confinamiento he tenido un problema en la espalda que no termino de solventar. He pasado dos veces esto y no puedo soportar más espera.

-¿Se le queda alguna espinita clavada o no porque ha dado todo de sí misma para volver a su mejor nivel?

-Me quedan muchas. En este invierno, con muy poquitas semanas de entrenamiento tras la segunda operación, los resultados empezaron a ser bastante buenos y proyectaba lo que teníamos planificado, pero ahora me encuentro con este nuevo palo. Me he quedado con las ganas de terminar como yo quería, en la pista o al menos al 100%, pero no va a poder ser. Seguiré compitiendo, pero no puedo seguir exigiéndome cosas que ahora mismo no dependen ni de mí.

-Si echa la vista atrás, a sus inicios, a aquella Isabel que empezaba a despuntar, ¿se imaginaba una carrera deportiva así?

-No y no siempre es positivo. No ha sido el camino fácil ni cuando las cosas han ido bien. De esa Isabel quiero quedarme con la ilusión que tenía y trasladarla a las que ahora son mis atletas. Si de algo me ha servido todo esto es de aprendizaje, que ha sido increíble, para la gente que entreno y para mi hijo.

Ha tenido grandes momentos, como la plata en Goteborg en el Europeo en pista cubierta o la presencia en los Juegos Olímpicos de Londres. ¿Con cuál de todos se queda?

Fíjese que no me quedaría tanto con esas dos, porque son las obvias. Los Juegos no salieron como yo quería, no me encontré como quería en la competición. Tengo un recuerdo maravilloso de todo lo que envuelve a los Juegos, pero no de la competición. Y en Goteborg en el fondo podría haber escuchado el himno de mi país y se me robó de todas las maneras posibles. Abeba Aregawi fue nacionalizada exprés un mes antes y luego encima dio positivo. Incluso el 1.500 del año pasado después de la operación en el Gran Premio Ciudad de Zaragoza me ha emocionado más. No me quedo con un momento jamás, me quedo con el proceso.

-¿Hay algún instante de todos estos años que cambiaría?

-Sobre todo la final del Mundial de Estambul. Terminé fatal y con un ataque de ansiedad. Me metí en la final, estaba en forma y creía que podía luchar por las medallas y efectivamente podría haberlo hecho. Además, en el corto plazo, de las nueve finalistas que estábamos, cinco de una manera u otra estaban implicadas en dopaje. Lo pasé muy mal y me creí menos atleta por esa carrera cuando sentía que podía luchar por una medalla y es verdad siempre y cuando hubiéramos luchado en igualdad de condiciones. Fue de los momentos más duros deportivamente hablando.

-También queda otro gran legado por su lucha por los derechos de las mujeres atletas.

-Es un legado importante. Cada año hay campeones de todas las pruebas, compañeros que se hayan esforzado por dejar algo que mejore nuestro deporte ya no hay tantos. Ese ha sido mi compromiso y agradecimiento con mi deporte y lo va a seguir siendo.

-¿Qué le depara el futuro? ¿Qué proyectos tiene en mente?

-Ahora mismo no lo sé. Tengo proyectos personales, pero no sé muy bien cómo voy a poder afrontarlos. Este día 2 ha sido un día normal, he vuelto a ir a la pista, he entrenado con mis chicos y la vida no va a cambiar tanto, pero ahora no voy a dejar de hacer otras cosas solo por entrenar. No sé a dónde voy, es la primera vez que voy sin un objetivo o planificación marcada, pero también tiene su emoción por ver qué me deparará la vida a partir de ahora.