--Seis ascensos en 9 años. En Segunda y en una población de 9.000 habitantes. ¿El secreto?

--Consiste en remar en una misma dirección en un club muy familiar. El trabajo de Oriol Alsina, sobre todo, como entrenador y directivo, de la junta, de los jugadores, los técnicos, los ayudantes.... Todos se han dejado la vida por el club.

--Lleva 7 años en la presidencia. ¿Se imaginaba esto en el 2007?

--Claro que no. Pero ni yo ni nadie. Era inimaginable. Han llegado frutos a un buen trabajo.

--El que les llega es el Zaragoza, un histórico en España...

--He mirado muchas veces el listado de equipos y contra todos me hace mucha ilusión jugar, pero, claro, el Zaragoza es un histórico. Si hace cuatro días lo veía por televisión.... Estamos encantados y el partido para nosotros es una fiesta pero también estamos preparados para competir, porque una cosa no quita la otra.

--Antes mencionaba a Oriol Alsina, su marido. El Llagostera es un hijo más para ustedes.

--(Sonríe) Él lleva diez años, yo un poco menos, pero lo cogió en Segunda Regional y como se podría decir lo ha parido él. Estamos muy contentos, porque este club ha llenado nuestras vidas pero también trabajando duro para intentar que la cosa permanezca y no se quede en un sueño efímero.

--El curso pasado tenían 400.000 euros de presupuesto. ¿Ahora?

--Rondamos los tres millones.

--Con ese presupuesto subió el Eibar el curso pasado.

--El Eibar es un ejemplo, porque es un caso similar al nuestro. No es que miremos esa posibilidad del ascenso a Primera, pero es que seguro que ellos la temporada pasada tampoco salieron con esa intención. El Eibar supone un premio al trabajo bien hecho, es un club no tan familiar como el Llagostera, pero casi, de una localidad pequeña, un equipo saneado como el nuestro... Lo bonito del fútbol es que la ilusión y el esfuerzo dan su recompensa.

--Su objetivo es la permanencia.

--Claro, estar lo más tranquilos posible y seguir en Segunda.

--¿Hasta que punto es un incordio tener que jugar en Palamós?

--En nuestro campo no había ninguna opción, pero en Palamós nos han recibido bien. Solo hay 20 minutos hasta allí. Es una adaptación más de todas las de este año, que son muchas.

--¿Cuál es el seguimiento popular que están teniendo hasta ahora?

--Acabamos de pasar de los 1.000 socios y el año pasado teníamos 500. La gente sí que está acudiendo a Palamós, más de 2.000 cada partido. Ojalá que el Zaragoza suponga que vengan más.

--El lunar a tanto éxito pudo ser esa sanción por gestos racistas en el campo del Llagostera, ¿no?

--Es un mal recuerdo. No gusta a nadie y menos cuando pasa en tu campo. Pasó, cumplimos castigo (un partido a puerta cerrada) y ahora se trata de intentar que no pase nunca más.

--¿Cómo se lleva ser presidenta de un club en un ambiente donde predominan tanto los hombres?

--Este año somos dos, Victoria Pavón en el Leganés y yo, y, al menos en mi caso, no tengo queja. Todo el mundo ha sido muy correcto conmigo y cada vez más será más normal que haya más mujeres en la presidencia.

--Pero, ¿en el fútbol se tiene más difícil llegar por ser mujer?

--No se tiene más difícil. Somos menos, porque también en el fútbol, en la afición, domina la presencia masculina, pero cada vez hay más mujeres en los estadios. Y tengo claro que no tiene que ser una noticia que una mujer sea presidenta de un club.

--¿Qué le parece todo lo que se ha montado con la Copa Davis, con la capitana Gala León?

--No le doy importancia. Lo fundamental es la capacitación. Los inicios son complicados y ella es la primera en ese puesto. Mire, la gente que ahora no está muy receptiva cuando empiece el trabajo y lo haga bien, claudicarán y verán que da igual que sea mujer.

--Toni Nadal habló de la presencia en un vestuario masculino. Usted llamará a la puerta, ¿no?

--No entro nunca, pero sí que llamaría. Son detalles y algunos le dan más importancia que los jugadores. Si hay que visitar que entre primero el delegado y no hay problema.