Hubo un tiempo en que el dorsal 4 perteneció a Koeman, el héroe de Wembley, luego a Guardiola, el ideólogo del mejor Barça de la historia, tanto en el campo como desde el banquillo, después a Patrik Andersson, un orgulloso central sueco ("si he llevado el 5 de Beckenbauer como voy a notar presión con el 4 de Guardiola", llegó a decir antes de ser devorado), luego al mexicano Márquez, el Kaiser de Michoacán, y en los últimos tiempos a Cesc Fábregas, el hijo pródigo que volvió al Camp Nou pero nunca se sintió querido del todo. Desde ayer, ese cuatro, un número cargado de historia y simbolismo, pertenece a Rakitic.

A la espera de que lleguen los deseados y esperados centrales (Mathieu y Marquinhos son los grandes objetivos), el Barça va definiendo su nuevo ataque. "Pedro es intransferible", anunció ayer Andoni Zubizarreta, el director deportivo del Barcelona, dando las pistas sobre la nueva delantera. Luis Enrique, el técnico, ha elegido. Prefiere a Pedro, sinónimo de presión, intensidad defensiva y gol antes que Alexis, por el cual podrán obtener más dinero. Pedro se queda en el Camp Nou, Alexis ("ha habido propuestas por él, no sé dónde acabará eso", dijo el director deportivo) se acabará y Suárez, tarde o temprano, acabará llegando.