"Montecarlo es un circuito que o lo amas, o lo odias". Son muchos los pilotos que tienen una versión contradictoria sobre el único trazado urbano que queda en la F-1 y que mañana será escenario del GP más espectacular, caro (cada tribuna cuesta aquí 420 euros) y lento de la temporada, pues la media es de sólo 160 km/h.

Quienes odian Montecarlo suelen callarse, pues normalmente gozan de residencia monegasca, ideal a efectos fiscales. Esa es una de las razones por las que estas estrechas y bacheadas calles son escenario de un GP, que sería vetado en cualquier otro rincón del planeta. Hasta el británico Max Mosley, presidente de la Federación Internacional (FIA), acaba de trasladar su residencia de Londres a Montecarlo para eludir la euro-orden , capacidad de la que goza cualquier juez europeo para solicitar la extradición de alguien implicado en una investigación por la muerte de algún piloto en carrera.

Montecarlo es el jardín de Michael Schumacher. Si gana mañana se convertirá en el único piloto, junto a Senna, en vencer en seis ocasiones entre los semáforos de Montecarlo, y en el único piloto de la historia que ha ganado las seis primeras carreras de una temporada.

Para muchos sigue provocando perplejidad que estas calles sigan albergando un GP de F-1 y a otras ciudades, a otros países, a otras organizaciones se les impida hacerlo por su falta de seguridad, el estado de su asfalto u otros detalles insignificantes si se comparan con Mónaco.

"La F-1 le da un encanto especial a Montecarlo", explica Jarno Trulli, compañero de equipo de Fernando Alonso. "Me parece el GP más bello". A Trulli, como a Juan Pablo Montoya, le gusta correr con el guardarraíl a un palmo de la cara. "Me recuerda los circuitos urbanos de Estados Unidos, donde el riesgo es grande y la excitación, superior a lo normal", señala el colombiano.

"Este es un circuito donde es imposible adelantar y, más que un gran premio, tengo la sensación de asistir a una exhibición de coches, al ir todos en fila india, uno detrás de otro", dijo el miércoles Alonso, con cierta, no, con total ironía. "Es vital salir en una buena posición y, sobre todo, no cometer ni un solo error pues corres con el guardarraíl a un palmo de tu cara y lo pagas muy caro".