Ignoro si es legal. Pero aquí también hay periodistas (concretamente uno de Madrid) que apuesta el domingo antes de las carreras por el ganador de MotoGP. Lo cierto es que ayer, tras la charla con Marc Márquez (Honda), que hoy partirá desde la sexta plaza (segunda fila) en el Gran Premio de Italia, que se disputa en Mugello (14.00 horas, Movistar MotoGP TV), y después de que el nen de Cervera insinuase que ve muy peliagudo ganar, se oyó el comentario del periodista-crupier que decía: «Apostaré por ti, Marc, nadie se cree que no vayas a intentarlo». Y mientras bajaba las escaleras (sin mirarle), Márquez le soltó: «Si yo fuera tú, no apostaría por mí».

El problema, o no, es que Márquez lleva una trayectoria que tiene atemorizados a sus rivales. A todos. Llegamos a Italia, le pitan, aplauden sus caídas, le construyen una tumba en las laderas del trazado con fecha de fallecimiento de hoy, tres italianos partirán por delante de él en la parrilla, pincha en el ensayo definitivo (aunque ha estado brillantísimo el resto del fin de semana), dice que no se ve ganador, que no es una carrera para atacar, que el podio puede ser una gran recompensa, que tiene margen suficiente en el Mundial como para especular, que «igual es momento de sumar puntos», y nadie, nadie, le cree.

Porque, aunque los siete primeros (Rossi, Lorenzo, Viñales, Iannone, Petrucci, Márquez y Dovizioso) estén metidos en tres décimas de segundo, aunque el líder salga desde la segunda fila y pese a que todos saben que el tetracampeón ha ido aprendiendo poco a poco y ahora cuenta, suma, resta y divide durante las vueltas, su hambre es insaciable y, por tanto, todos creen que, con una buena salida estará en la pomada después de las dos primeras vueltas.

Ni que decir tiene que el primero que se quitó el sombrero ayer ante el tiempazo obtenido por de Rossi (1.46.806, cuando el récord era 1.47.639, del 2013, de Márquez), fue el propio Marc, que exclamó: «¡Y luego dicen que está viejo! Ya, ya».