—Regresa a Zaragoza para jugar contra el Ebro y en el Pedro Sancho. ¿Se acuerda del campo?

—No, la verdad es que no. No me suena al menos de haber estado en el año que dirigí al Zaragoza. Me gusta volver a la ciudad y a la Copa le damos la máxima seriedad posible, ya que al Leganés le interesa y a mí me viene bien para que jugadores que no han tenido minutos participen. Es verdad que a los tres días jugamos contra el Atlético, pero queremos hacer un buen papel en este torneo. Es el tercer Segunda B que nos toca (Andorra y Murcia), pero no hay mucha diferencia, esos chicos compiten bien y el factor campo también puede operar a su favor. En el caso del Ebro están más adaptados a la hierba artificial que nosotros no utilizamos.

—¿Le preocupa que sea césped artificial?

—Me ocupa solo. Estará reglamentado y en buenas condiciones imagino. Sé que es césped de última generación. Ya nos tocó en Andorra así, cuesta un poco al principio, las botas, los gemelos... Pero no es ningún pretexto.

—¿Qué sabe del Ebro? Es un equipo al que le cuesta marcar.

—A nosotros también (sonríe). Espero un rival aguerrido, esta Segunda B es muy competitiva, todos corren, luchan, pelean... Son equipos que te complican la vida. Y no hay rivales pequeños, si les menosprecias o te crees favorito cualquiera te puede ganar.

—¿Sería un golpe duro para el Leganés caer o no tanto al ser la permanencia el objetivo?

—Sí sería un golpe, claro. Veníamos bien hasta el día del Getafe y en media hora nos mataron. Es momento de cerrar filas, de reflexión, de dar importancia a la Copa y de aprender de nuestros errores. Queremos estar con los 16 mejores del torneo y eliminar al Ebro, que seguro que nos va a plantear un partido duro.

—Estuvo poco más de un año en el Zaragoza, entre noviembre del 2010 y diciembre del 2011. ¿Qué recuerdos tiene?

—Muy buenos, de verdad. Venía del Mundial de Sudáfrica, estaba en Madrid y me llamó Agapito Iglesias. El equipo estaba mal, hicimos una muy buena remontada y logramos la permanencia. El tema fue la planificación de la siguiente temporada, ahí la cosita se torció. No fui muy exigente, no estuve muy al pendiente de las altas y de las bajas y no salió bien. Diseñamos mal los tiempos, el equipo, la pretemporada y en diciembre me echaron.

—Bueno, no fue un caso raro en aquel Zaragoza...

—No, desde luego. Fue la misma fórmula que se había repetido con Marcelino o con Gay. Y no echaron a Manolo Jiménez en diciembre porque Agapito dijo de mantenerlo hasta el final. Lo que sí le digo es que allí me encontré a gusto, muy bien tratado y con grandes amigos. Vivía cómodo en la ciudad, con buenos sitios para comer, para estar, en un lugar tranquilo, que no es pequeño pero no tiene la locura de Madrid y Barcelona. Y la gente es futbolera, esa Romareda rezuma historia, el apoyo de la gente en las noches de frío al pie del cañón... Todo eso no se me va a olvidar nunca.

—Vamos, que le habría gustado estar más tiempo...

—Es que yo nunca voy a un equipo pensando en estar un año. El plazo que me pongo en cualquier parte, también ahora en Leganés, es de tres o cuatro. A veces los cumplo, como en Osasuna o en el Atlético, y a veces no. Donde menos tiempo estuve fue en Zaragoza. Era un club en ese momento muy convulso, con líos y con la fractura entre la afición y la directiva. A mí nunca me asustaron los retos, fui a un equipo colista conociendo de antes a Gabi y a Leo Franco, había buen bloque y solo fichamos en enero a Paulo (da Silva), que nos ayudó mucho, y al morenito francés (N’Daw). Cerramos filas, nos atamos los machos y nos salvamos, aunque después metimos la pata en el siguiente año.

—Esa permanencia se cerró ante el Levante. Hace poco más de un mes se supo la sentencia absolutoria del juicio por el presunto amaño. ¿Qué opina?

—Que yo siempre lo dije, mi equipo entrenó y se preparó para ganar, para eso nos pagaba nuestro club. No entendía lo otro, sigo sin entenderlo, pero a fin de cuentas la Justicia dio su sentencia absolutoria. Ya recurrió LaLiga en su día, ahora la Fiscalía... No entiendo cuál es su objetivo, yo sigo trabajando y lo otro ya no está en mis manos.

—Su nombre estaba entre los que recibieron aquellas transferencias luego devueltas. ¿Sentía que eso le salpicaba más?

—No, a mí no me salpicaba más. Yo he estado siempre bien tranquilo. El Levante-Zaragoza no me quita el sueño, no me lo ha quitado antes ni me lo quitará. Sigo trabajando con normalidad y no le doy más importancia.

—Al Leganés ha llegado para lograr la permanencia, en una situación difícil, como antes al Espanyol o al Zaragoza. ¿Cree que ya tiene esa etiqueta en España?

—No me siento especialista de nada, ni me molesta esa etiqueta, me siento entrenador y tenemos que valer para cualquier tipo de circunstancias y equipos. Ya quisiéramos todos pelear por ganar títulos, pero hay que trabajar y a mí me da mucho orgullo que sigan contando conmigo. Si después de dejar la Liga en el 2014 casi cada año me ha intentado fichar un equipo de aquí... Con que me den trabajo con 61 años ya es para estar agradecido y yo soy un agradecido de la vida.

—El Leganés ha repuntado con usted. ¿Se va a salvar?

—Estoy convencido de que sí. Ahora se nos ha marchado En-Nesyri, un jugador importante para nosotros. No sé si va a haber altas o no, pero sé que nos vamos a salvar. Tenemos plantel suficiente para lograrlo.

—¿Y como ve al Zaragoza de Víctor Fernández?

—Conozco a Víctor, tenemos algún amigo común como el doctor Oscar Luis, su trayectoria es magnífica y en todos lados dejó su huella. Allí está en su casa y veo al equipo bien, en buen momento. Al portero Cristian lo tuve en el Espanyol, es un muchacho sensacional y un lujo para Segunda. Y me gusta mucho Luis Suárez, que es un goleador natural. La Liga es larga y de los 22 que hay 12 han estado en Primera, por lo que la competencia es terrible. Pero el sitio natural del Zaragoza es la élite. Ha sido un equipo con presencia en Europa, de los de solera. Ese club es de Primera, ya lo vi desde cuando de futbolista fui a jugar un trofeo de verano. Menudo club, los que han pasado, los Valdano, Amarilla, Rubén Sosa, Poyet, Esnáider... Ojalá regrese cuanto antes.

—Decía que tiene 61 años. ¿Hasta cuándo se ve en el banquillo?

—Bueno, Víctor tiene 59 y Setién acaba de coger al Barcelona con 61. Mientras haya energía y no deje de aprender voy a seguir. En el momento en que crees que lo sabes todo estás liquidado.