Stevan Jelovac solo sabe sumar. Es un cuatro grande, corpulento, con buena mano de dos y de tres --por supuesto, es un cuatro abierto, como mandan los cánones del baloncesto moderno-- y la canasta entre ceja y ceja, muy difícil de parar. Siempre está haciendo cosas. Una canasta por aquí, un rebote por allá, ahora una asistencia, luego provoca una falta... sin parar de sumar. Ayer no fue su mejor día en tiros de campo (4/10 en total), pero acabó con 17 puntos, capturó siete rebotes, recibió nueve faltas, dio tres asistencias y acabó con 27 de valoración en 31 minutos. Cuanto más juega, más valora, alcanzando casi siempre cifras cercanas al punto de valoración por minuto. Traducido: todo lo que hace, suma.

El serbio está llamado a ser una referencia en la pista y el nuevo jugador franquicia del club. Mientras esté en el CAI, el equipo se beneficiará de él. Y si tiene que marcharse, también se beneficiará el club. Fue el único jugador de los que ha llegado este verano que firmó dos temporadas. Sin adelantar acontecimientos, lo cierto es que está siendo una de las sensaciones de la temporada que acaba de empezar. A pesar de que en algunos encuentros ha tenido pocos minutos, Jelovac ha sido siempre de lo mejor del equipo. Es más, sus números le convierten en el mejor. En la Eurocup es el máximo anotador con 16,8 puntos por encuentro, el segundo mejor reboteador con 5 capturas y el más valorado con 22,8 puntos en 26 minutos de media. En la Liga Endesa también presenta los mejores números del equipo con 14,4 puntos, 7,2 rebotes y 19,4 de valoración.

Una máquina de sumar a pesar de que en ocasiones abusa del lanzamiento exterior, de que no aprovecha su corpulencia para postear y sacar más ventajas por dentro, como si rehuyera el contacto. Deja la impresión de que aún puede dar más de sí y de que el equipo puede aprovecharse aún más de su talento. Y eso mientras va sumando y sumando, siempre, continuamente. El jugador que todo equipo querría tener.