Rafael Nadal puede convertise hoy mismo, de ganar el doble que debe jugar con Tommy Robredo contra los gemelos Bryan, en el campeón más joven de la Copa Davis. Con 18 años y 186 días de vida, el mallorquín de Manacor está forjando ya una leyenda a base de partidos como el de ayer, que confirmó la imparable proyección que está adquiriendo el sobrino del exfutbolista del Bar§a. "Hoy me he dado de bruces con alguien que era demasiado bueno y no he podido hacer nada", elogió el propio Andy Roddick, víctima ilustre del empuje de Nadal.

En 1985, el alemán Boris Becker (entonces con 18 años y un mes) ganó dos partidos en la final de la Davis, pero su país perdió ante Suecia. Nadal no quiere acabar así la historia que está escribiendo. El niño que fue abanderado del equipo español en la final de Barcelona del año 2000 levantó ayer con su victoria un aluvión de elogios y ayudó a los capitanes del G-3 a reivindicar la bondad de su decisión, cuando decidieron dejar a Ferrero en el banquillo en la primera jornada.

"Lo que no entiendo es por qué se asombró tanto todo el mundo de que pusiéramos a Rafa en los individuales del primer día", dijo ayer Jordi Arrese, el capitán que se sienta en la silla en esta final. "Ha demostrado de largo que es un gran jugador de Copa Davis, y eso con 18 añitos. ¡Mira que nos queda rato de Nadal!", añadió el orgulloso técnico.

Arrese situó a Nadal como futuro número uno del mundo --"No hay en el circuito jugadores con la mentalidad ganadora de él o de Hewitt"--, una posibilidad que Roddick no descartó en un plazo lejano. "Ahora hay un número uno muy bueno, Roger Federer, pero hay que reconocer que Nadal tiene un buen futuro".

El protagonista del día descargó con humildad parte del mérito de la victoria en el ambiente que rodeó su triunfo. "El público ha ganado un 50% del partido", agradeció Nadal, un entusiasta de los torneos por equipos desde que era alevín.