--¿Cómo empezó todo?

--Mi sueño de ser futbolista comenzó cuando siendo juvenil del Real Madrid me subieron directamente al Castilla. Ahí me sentí por primera vez futbolista.

--Llega a Zaragoza procedente del Espanyol. ¿Cómo se forjó su llegada al club?

--La dirección técnica del Espanyol me ofreció la renovación, pero las condiciones económicas eran bajas para el rendimiento que yo había dado y decidí marcharme sin tener ningún equipo donde ir. Días después me llamó el Zaragoza y me convenció.

--¿Quién fue el gran valedor de su llegada?

--Avelino Chaves, que en ese momento era secretario técnico, y Víctor Fernández, que ya estaba como entrenador.

--Aquel año ficha por un equipo que la temporada anterior casi desciende a Segunda.

--Había dudas entre la afición. El equipo había salido indemne de la promoción y solo llegamos al equipo Darío Franco, Solana y yo. La gente esperaba a jugadores de más nombre pero seapostó por la continuidad y el tiempo le dio la razón al club.

--¿Qué Zaragoza se encontró?

--Yo me encuentro un equipo muy vivo, donde el entrenador tiene una propuesta de juego colectivo. Los entrenamientos eran muy cómodos, alegres para el jugador, y conectamos muy bien.

--¿Aquel vestuario era una grupo de amigos?

--Desde luego que sí. El hecho de vivir una promoción hizo más fuerte a la plantilla y fue clave para los éxitos posteriores. En ese sentido, la continuidad del bloque fue un acierto.

--En su debut en La Romareda, frente a su exequipo, marca el primer gol. ¿Qué sensaciones guarda de aquella tarde?

--Fue uno de los recuerdos más nítidos que tengo. Ya en verano, cuando vi que debutaría ante el Espanyol, empecé a prepararme para ese partido. Marqué tras una jugada espectacular de Higuera que fue un monumento a la habilidad y que si lo hace ahora Ronaldo sale en todos los telediarios. Hace dos túneles y me la da para que marque.

--Durante sus cinco temporadas en el club el equipo se caracteriza por ser el más tarjeteado de la Liga. ¿Eran un equipo duro?

--Desde fuera parecíamos un equipo duro pero éramos todo lo contrario. Nos amonestaban porque no sabíamos dar patadas y porque estábamos mal colocados. También tuvo mucho que ver que tuviéramos a jugadores como Pablo Alfaro o Aguado.

--¿En qué destacaba Gay como futbolista?

-- Era un jugador con un nivel alto en cuanto a la calidad técnica y con mucha resistencia. Llegaba muy bien desde atrás y destacaba en el remate de cabeza con lo que solía marcar 10 goles por temporada. Lo peor que tenía era el trabajo defensivo, aunque ayudaba mucho en el balón parado en contra.

--En su primera temporada marca un gol de cabeza desde fuera del área en Las Gaunas e incluso un tertuliano de Estudio Estadio lo elige como gol del año. ¿Es ese gol el que mejor define su rol?

--Es uno de los goles que podrían definir mi manera de incorporarme al ataque. Siempre desde atrás. Recuerdo que Esteban la puso con mucha rosca y yo le imprimí mucha velocidad al remate y tuve la suerte de marcar.

--¿Quién fue el compañero que más le impresionó?

--Recuerdo la calidad de Brehme en los centros pero para mí Higuera ha sido el jugador que más me ha impactado. Era soberbio. Tenía una capacidad innata para desbordar. La verdad que tuve la suerte de jugar con muy buenos futbolistas. Pardeza, Belsué, que incomprensiblemente solo fue una vez internacional, Esnáider, Cafú...

--¿Y el partido que más recuerde?

--Más que un partido me quedaría con una temporada, la 93-94 en la que nos quedamos terceros. Recuerdo las sensaciones que yo tenía cuando jugábamos en casa. Nos concentrábamos en el Hotel Romareda y cuando íbamos para el campo sentíamos que ganábamos seguro. Es una sensación que nunca más volví a vivir.

--¿Cuál fue el entrenador que más le marcó?

--He tenido la suerte de tener muy buenos técnicos. Clemente en su momento álgido en el Espanyol; Luis Aragonés, del que recuerdo su manera de comunicarse con el vestuario; Víctor Fernández, con el que disfrutamos mucho por su manera de jugar, Manzano, Lillo...

--¿Quién fue su gran apoyo dentro del vestuario?

--Solana y Pardeza. Había coincidido con ellos en el Castilla. También tuve muy buena relación con Aragón. Es normal que los jugadores compartamos algo más con nuestros compañeros. Por ejemplo, con el Chucho tenía mayor complicidad porque nuestras mujeres se conocían.

--Aquel Zaragoza daba espectáculo en el campo pero también en la tribuna con Soláns. ¿Qué anécdotas guarda sobre él?

--Alfonso era una persona muy afectiva. Para nosotros un abuelo gracioso y simpático pero con un carácter tremendo. Recuerdo que era un hombre algo estancado en la época franquista y tras fichar a Darío Franco dijo que lo había fichado por su apellido. Otra anécdota fue cuando visitamos Pikolín. Dijo que el que no corriera se iba a trabajar allí.

--Pierden la Copa del Rey de 1993 ante el Madrid con una actuación nefasta de Urío Velázquez.

--Yo en particular salí muy enfadado porque con 0-0 Milla me hizo un penalti clarísimo. Todavía guardo en casa los siete fotogramas de aquella jugada. En el cómputo general ellos fueron mejores. pero estoy seguro que si Urío pita aquel penalti ganamos.

--Al año siguiente juegan otra vez la final de Copa ante el Celta y se resarcen ganando en los penaltis. ¿Qué recuerda de aquel día?

--Fue uno de los partidos más emocionantes que he jugado. Con el Calderón bien repartido, no como ocurre ahora. La pena fue que nos jugáramos todo en los penaltis, porque siempre queda alguien marcado y eso es muy triste. Fue una ronda casi impecable donde solo falló Alejo y cuando me tocó a mí recuerdo a los 25.000 zaragocistas en silencio. A la gente del Celta ni la escuchaba. Y marqué.

--A pesar de que no jugó, ¿es el partido de la Recopa el más importante de su carrera?

--La Recopa es un momento histórico para el club pero para mí fue muy duro. Al comienzo de la temporada me tuve que operar y lo pasé mal intentando acelerar los plazos. Me metí presión y eso me generó mucha ansiedad. Conseguí llegar dos semanas antes pero ya era tarde y para mí fue un palo.

--¿Desde dónde vio el golpeo de Nayim?

--Estaba en el palco junto a Sergi, Lizarralde y Cafú y fue tremendo porque se veía que no había respuesta posible y éramos campeones. Nos saltamos el protocolo y nos lanzamos al campo antes de que terminara el partido.

--¿Le había visto alguna vez intentar algo parecido a lo que hizo en el Parque de los Príncipes?

--Tan osado no lo había visto nunca. En entrenamientos sí porque Nayim tenía un buen golpeo. Pero hacer eso en una final europea, en el último minuto y desde aquella distancia es algo que solo sale una vez en la vida y para él es algo por lo que siempre se le recordará.

--¿Cómo pasó aquella noche?

--Nos fuimos al hotel con nuestras parejas y cenamos allí. Algunos salieron después pero yo no tenía ánimo. Recuerdo a Sergi animar a la gente después del partido con un megáfono hasta altas horas. Al día siguiente al coger el avión todavía seguía.

--A su llegada a Zaragoza toda la ciudad se volcó con el equipo.

--Es algo que se tiene que vivir. Fue increíble cuando llegamos a la Plaza del Pilar, estaba a reventar y creo que no solo la gente aficionada al fútbol estaba allí. Una gran cantidad de aragoneses vivió con orgullo esa gesta.

--Durante su estancia en Zaragoza. ¿Tuvo ofertas para salir?

--Tuve la oportunidad de marcharme en 1994 porque muchos jugadores cumplíamos contrato pero el club apostó por la continuidad. Aquel año fuimos terceros y el club entendió que se debía seguir en la misma línea. La idea fue hacer una oferta de renovación a la baja para todos y no perder a nadie. Yo recibí ofertas del Tenerife, que por aquel entonces era un equipo de UEFA, y algún otro pudo marcharse a Osasuna. Pero entendimos que era mejor mantenernos en un equipo donde se nos valorara.

--En sus dos últimas campañas apenas jugó 20 encuentros y se fue al Oviedo y al Toledo, donde se retiró. ¿Cómo vivió aquellos últimos pelotazos al balón?

--En mis últimos años la lesión de rodilla siguió dándome problemas y también empecé a sufrir molestias en el gemelo. Fue muy duro pero el futbolista debe saber convivir con eso. Yo tuve siete operaciones, lo dejé todo en el campo y eso lo pagué al final. Pero mereció la pena.

--¿Cuándo empezó a ver que su futuro en el fútbol iba a continuar como entrenador?

--Durante mis últimos años como jugador comencé a plantearme la posibilidad de entrenar. Pero no lo tenía muy claro y cuando me retiré decidí probar en un equipo juvenil. Disfruté mucho con el Toledo y allí fue cuando vi con claridad que me quería dedicar a entrenar.

--¿Cómo vivió su experiencia como técnico del Zaragoza?

--Por un lado fue maravilloso, porque para mí si me dieran a elegir no elegiría ni al Bayern, ni al Barcelona ni a nadie que no fuera mi Zaragoza. Pero también fue muy presionante porque el club pasaba una situación institucional caótica. Fue muy duro.

--¿Qué es lo que más le sorprendió cuando llegó al banquillo del primer equipo?

--Lo que más me llamó la atención es que aquellos jugadores no estuvieran respondiendo. Aunque cuando analizas todo en conjunto, los problemas institucionales, el comportamiento de algunos jugadores, el enfado de la gente, las deudas. Todo encaja. Tuvimos que hacer un cambio radical y el equipo resurgió.

--¿Sueña con volver a entrenar en Primera al Zaragoza?

--El Zaragoza siempre me va a atraer. He pasado los mejores años en la ciudad y mis hijos nacieron allí pero quiero que las circunstancias sean diferentes.

--Le gusta bastante la NBA, ¿no?

--Sí. Me considero casi un experto. Soy seguidor de Boston Celtics y me grabo todos los partidos. Me entusiasma la organización que tienen los americanos con todos los deportes.