José Enrique fue un lateral poderoso y profundo en sus días de esplendor. En el Real Zaragoza, refugiado en su experiencia y en un físico otoñal pero aún fuerte, estaba ofreciendo un nivel notable en su puesto natural. Con carácter y decisión, el ex del Liverpool defendía bien, sacaba el balón con criterio y se estiraba de vez en cuando para centrar con precisión. Sin ir muy lejos, su pase a Ángel en el gol del Real Zaragoza contra el Cádiz es una joya de diseño, y lo realiza precisamente en el carril por el que disfruta. Una de las firmes apuestas de César Láinez nada más aterrizar fue trasladarle al eje defensivo, lo que parecía una buena idea para darle más vida al balón desde el génesis de juego. El efecto mariposa de ese movimiento sacó a la banda a Leandro Cabrera, menos dotado para desenvolverse en una posición que le incomoda. Sin embargo, el tiempo y los errores han dilapidado las supuestas bondades de ese intercambio.

José Enrique quedó retratado en la igualada del Cádiz. Despejó con la derecha, muy blando, concediendo a Aitor García la pelota y un cheque en blanco para que disparara con potencia y comodidad. No es la primera vez que aparece en el escenario de los fallos, en muchas ocasiones expuesto por la fragilidad de sus acompañantes en esa línea. En el gol del Valladolid, Mata le rompe el espinazo antes de disparar para que Ratón rechazara y Juan Villar pusiera por delante al equipo de Paco Herrera. El empate del Almería le coge en un salto de cabeza mal medido que peina hacia atrás para felicidad de Quique. Tampoco tuvo una noche feliz en la visita del Getafe al Municipal: Jorge Molina se le anticipa en el 1-1, y en el 1-2 Fuster le gana la posición para cabecear dentro con el palo y la nuca de Ratón de intermediarios. La derrota en Reus resultó un desastre colectivo firmado por Isaac, Marcelo Silva, Ratón y en menor medida el propio José Enrique como espectador del desajuste masivo.

Se estrenó de central en Sevilla y ya se comprobó que hoy en día ese no es su sitio. Había que dar un margen de confianza a la propuesta de Láinez con ese nuevo intento. Los buenos resultados corrieron un tupido velo sobre un giro bajo sospecha que cada partido chirría más. Sin que Cabrera sea un central prodigioso, su productividad y su rendimiento son mayores junto a Marcelo Silva. Y tan importante o más: José Enrique es mucho mejor futbolista para el equipo cuando parte de lateral, territorio en el que se emplea con contundencia y donde se expresa mejor con sus recursos actuales. Pese a que el trabajo defensivo es un mandamiento obligado para la comunidad, que lo incumple con frecuencia, primero es lo primero, es decir que Cabrera y José Enrique vuelvan a sus puestos para que dejen de sufrir y. sobre todo, para no lo haga un Real Zaragoza desprotegido por naturaleza.