Rafael Nadal supo el martes por la noche, después de cenar en una pizzería, que era el elegido para jugar el primer día. Su respuesta fue tan rápida como segura. "De acuerdo". Ni un gesto especial detectó alguna emoción en su rostro. "Está hecho de una pasta especial. Nadal es un jugador que no tiene problemas de presión. Es una gozada la seguridad que transmite y como enfoca situaciones que otros tardan mucho más tiempo en asimilar", valoraba Josep Perlas para explicar la decisión del G-3.

"Para Rafa jugar la Copa Davis es una satisfacción. Los nervios no creo que le afecten. Quizá al principio. Conoce sus limitaciones y sabe que tiene cosas que perder, aunque la gente le pueda perdonar. Hasta que no juegue no sabremos si le va grande esto, pero se siente preparado", aseguraba su entrenador Toni Nadal, su tío y el técnico que le dirige desde pequeño.

"Lo más difícil serán los contrarios", respondía ayer con frialdad Nadal ante su debut contra un tenista experimentado como Novak al que ganó en las semifinales de Auckland hace dos semanas (6-1, 6-3).