Nada menos que 17 años ya de historia entre Patricia Genzor y el waterpolo. Una relación que comenzó cuando siguió a su hermana, con la que nadaba en Helios, y que le ha llevado a la élite de este deporte. Milita en la Escuela Waterpolo Zaragoza (EWZ), en la División de Honor, donde ha sido máxima goleadora, y ha llegado a ser internacional júnior con España. En resumen, alrededor de dos tercios de una vida ligada hasta los huesos a esta disciplina. «Es mi modo de vida personal, me ha enseñado mucha capacidad de sufrimiento, a poner límites que crees que no vas a poder llegar absolutamente. Y me ha dado fuerza tanto para lo bueno como para lo malo. Es la vía de escape para todo», explica.

Este periplo le ha llevado a ser la jugadora que más tiempo lleva en su club, que acumula 14 temporadas en la máxima categoría y con el que ha llegado a jugar en Europa. Un camino en la piscina que comenzó nadando y que siguió entre porterías, dentro de un campo de juego en el que se ubica como organizadora de su equipo. Precisamente, con su escuadra lucha este año por continuar en la División de Honor, después de un inicio en circunstancias extrañas. «No está sentenciada aún -la competición- para nada. Perdimos dos partidos que eran bastante importantes, ya sabemos todos cómo comenzamos la Liga, sin tener la piscina con los medios adecuados». Se refiere al cierre por mantenimiento de la piscina del parque de Bomberos donde entrenan y disputan sus partidos, unas obras que se prolongaron hasta después de las fiestas del Pilar y que les impidieron prepararse en condiciones. No obstante, mira adelante con fuerza: «Empezamos ahora la segunda vuelta, ya estamos más rodadas y digamos que hemos llegado al nivel de competición que nos ha retrasado estos dos meses sin piscina», considera. Ese mantenimiento en lo más alto de esta disciplina acuática no viene sola, sino que resulta algo «muy complicado». «Hay gente que piensa que es fácil, creo que cuando dices que juegas al waterpolo, como no es un deporte conocido, no se valora lo que estamos haciendo, pero realmente exige entrenar todos los días», unas sesiones preparatorias de lunes a viernes, con dos días de doble sesión. «Entrenando tres días no estaríamos donde estamos», apostilla.

Una batalla a la que se une el plus de dificultad de la falta de apoyos en el deporte femenino. «Merece muchísimos más», asevera, a la vez que recuerda que cuando los tuvieron, acabaron en cuarta posición en Liga y llegaron a competir en la Copa de Europa dos años. «La selección femenina en los últimos cinco años ha estado ganando prácticamente todo y la masculina nada y, aún así, en lo económico se ha llevado mucho más la masculina que la femenina», describe. Todos estos escollos le han hecho plantearse su futuro en el waterpolo, puesto que se debate acerca de si este será su último año y la decisión está ahora en el aire. «Llevo 17 años jugando, entrenamos cinco días a la semana, más dos días que doblamos sesión. Llega un momento en el que de esto no vives y compatibilizar un trabajo con los entrenos es muy complicado», relata con pena.

De vuelta al pasado, su mejor recuerdo lo guarda de cuando disputaron la Women LEN Trophy, la competición europea de este deporte, en las temporadas 2010-2011 y 2011-2012. De aquellas solo quedan en el equipo ella, Julia Tazueco y el entrenador. «Es algo que recordamos un montón», cuenta. Y regresando al presente, cabe señalar que no solo juega, sino que también enseña este deporte a los benjamines de la escuela: «Vienen fuerte las nuevas generaciones. Disponemos de muchísimos niños, por suerte, y tenemos grupos de todas las categorías. Hay buena cantera en Zaragoza», donde también se apuntan «muchas chicas».

A la sazón de ese futuro, desea que en los años venideros su equipo siga en la división de honor, que se valore «un poco más» el deporte femenino y que haya más ayudas. «Que facilitasen un poco todo», concluye Genzor, todo un referente.