Las minas abandonadas son recorridas por espeleólogos con el afán de descubrir un legado aletargado y sacarlo a la luz, para que no caiga en el olvido y se conozca un importante patrimonio que yace bajo nuestros pies". Es la declaración final de un libro único e irrepetible titulado 'Minas de Teruel. Vestigios del pasado'. Este volumen es el resultado de un trabajo de equipo realizado durante muchos. Uno de sus impulsores es el inquieto Juan Carlos Gordillo, una de las almas máter del Espeleoclub El Farallón de la localidad turolense de Montalbán.

El libro ha sido editado por Prames y los autores son el Centro de Estudio Turolenses y el Espeleoclub El Farallón."Había muchos boletines mineros que informaban como funcionaban las minas, sus concesionarias y que mineral se extraía. Son minas de los siglos XVIII y XIX y que se cerraron a medidos del siglo XX. Decidimos realizar un trabajo de campo en el club entrando en las minas y topografiándolas. El de las minas bajo tierra es un tema que interesa, nos dimos cuenta que había muchas en la provincia de Teruel y realizamos un catálogo de las cavidades en las Cuencas Mineras. El resultado final ha sido un libro impresionante", explica Juan Carlos Gordillo.

En el libro se reflejan 16 zonas mineras con 30 minas y un polvorín. "El total de kilómetros de galerías exploradas y fotografiadas es de 14. Una sola se lleva un tercio con 5 kilómetros, que es la mina de Libros II. Hay minas de plomo, de bauxita, de cobre, de azufre, de antimonio, de caolín, de hierro... También hay tres caños de agua, conductos subterráneos hidráulicos. Son los del río de La Madera, en Cuevas de Almudena, La Cava, en Camarillas y el Barranco del Regallo, en Muniesa". El polvorín está ubicado en el barranco del Malo. "En el se guarda dinamita y detonadores y se han perdido al estar en el exterior", explica Gordillo.

El libro tiene una denominación novedosa que es la espeleominería. "Es la aplicación de las técnicas de la espeleología a la exploración de las minas abandonadas. Todas las minas son exploradas con las medidas de seguridad pertinentes. Se entra con un medidor de gas (oxigeno, ácido sulfídrico, metano y monóxido de carbono). Si el aparato pita hay que salir de la mina", explica José Antonio Gordillo. El libro no se puede definir como una guía. "Es un libro informativo, espectacular y con fotos impresionantes. No se puede ir solo a ver una mina, sino que hay que entrar con unas medidas de seguridad extremas. Si visitamos una mina hay que ir preparado con un equipo de especialistas como los del Espeleoclub El Farallón", explica.

En el inicio del libro hay un mapa de la provincia de Teruel con la localización de las 30 minas y el polvorín. "La primera mina es la del Trébol. Cada una tiene su ficha con la topografía, su localización, el acceso, como se llega y su fauna, sobre todo los murciélagos, que son sus moradores habituales", indica Gordillo.

Varias son las minas que destaca el espeleólogo turolense. "Una de ellas son las de azufre en Libros. Otra es la de Santiago, en Albarracín, que tiene cinabrio, el mineral del que se extrae el mercurio. Tiene una boca pequeña, una galería descendente de 90 escalones que dan acceso a una galería horizontal de metro y medio de alto". Otra mina relevante es la de Nueva Virginia, en Lanzuela. "Se extraía antimonio y sensellita. Su peculiaridad es que hay que descender un pozo de 30 metros y llegamos a unas galerías inferiores inundadas por el agua", apunta.