Le han contado que el 19 de agosto de 1992 le cubrieron el cuerpo y la cabeza con una manta. Asegura que le daban por muerto, tras sufrir un espectacular accidente de moto cerca del cementerio de Cerdanyola, mientras se desplazaba a Montcada. Detrás suyo iba su hermano Javier, que acabó con magulladuras y algún corte. Nada más. En cambio, Juanjo Méndez (Barcelona, 40 años) ingresó en el Hospital Parc Taulí de Sabadell inconsciente, desangrado, pero con vida.

"No me acuerdo de nada, sólo sé que me desmayé y que perdí para siempre el brazo y la pierna izquierda", destaca este ciclista barcelonés, que lloró muchas veces de dolor. De impotencia. También lloró en Atenas, pero de emoción, el día que ganó la medalla de plata en persecución (3 kilómetros). "No me lo esperaba y realmente no sé si compensa todos los malos momentos que he pasado, pero en la vida nunca hay que mirar hacia atrás. Ahora soy una persona muy feliz", comenta, orgulloso, Méndez.

Bicicleta adaptada

Apasionado de la bicicleta desde los 14 años, cuatro antes de que sufriera el accidente que cambió su vida, Juanjo se entrena cada día. En los últimos meses ha intensificado su preparación en el velódromo de Horta, donde potencia su musculatura, y por la carretera de Barcelona a Caldes. Siempre va acompañado de su entrenador Bernat Moreno y de su amigo el Bola , la persona con la que siempre se sincera en los momentos más delicados.

Méndez vive, actualmente, de una pensión de unos mil euros (unas 166.000 pesetas) y lamenta las "pocas ayudas" que reciben los deportistas paralímpicos. En su caso, del Comité Paralímpico y de la Generalitat de Cataluña. Ahora, en Atenas, muchos dirigentes y políticos les han prometido más subvenciones. "Las necesitamos porque tenemos muchos gastos. Yo, por ejemplo, tengo que competir con una bicicleta que me acopla un amigo. Es la leche".

El ejemplo de Lance Armstrong

Contundente e irónico, Méndez incluso se atreve a bromear con su físico cuando explica las dificultades que tiene para montar en una bicicleta. Y es que Juanjo es un torbellino de energía y quiere más. Mucho más. Quiere una medalla de oro, porque en los Mundiales del 2002 y del 2003 también fue segundo. Le falta ser el mejor en su especialidad, pero poca gente ha llegado tan arriba desde tan abajo. Y él, encantado de contarle a todo el mundo sus ilusiones y sus ganas de emular algún día a Lance Armstrong, el hexacampeón del Tour que superó una grave enfermedad.