Goyo Muro era portero de fútbol sala. El balonmano solo se lo veía practicar a sus amigos hasta que, con 16 años, se apuntó con ellos a unos cursos de arbitraje con Félix Brocate de maestro y referente. «Ellos lo fueron dejando pero a mí me picó algo y seguí. Hasta hoy». Hasta que 34 años después, 27 de ellos en la Liga Asobal, Muro San José ha tenido que colgar el silbato. «Hay una norma en el reglamento interno del comité de árbitros por el que los árbitros de categoría nacional deben abandonar la práctica a los 50 años. Yo me siento tanto física como mentalmente preparado. No es una norma muy actual pero hay que asumirla», explica.

Este zaragozano ha arbitrado unos 600 partidos de Asobal y División de Honor femenina, 200 encuentros internacionales, tres finales de Copa, otras tantas de Copa Asobal o la final de la Champions femenina del 2009, entre otros muchos. El último, el pasado fin de semana en Guadalajara, donde vive, con homenaje incluido. «Fue un homenaje sorpresa y me hizo mucha ilusión. Tanto la federación española como la aragonesa, con su presidente, y la Asobal pues antes del partido me hicieron un homenaje y me dieron unos detalles. Muy agradecido porque son 27 años en la élite y soy feliz de poder haber estado tanto tiempo y haber disfrutado tanto de lo que me ha gustado. Porque el arbitraje de balonmano en mi vida lo he puesto en primer lugar o al ladito de la familia, al mismo nivel».

Para Muro San José, lo más importante en un árbitro es la honestidad. «Es muy importante tener espíritu de aprendizaje y saber encajar las críticas, tener empatía. Y es muy importante la honestidad. Cuando reconoces los errores es cuando vas a aprender. Todo el mundo acepta los errores pero cuando hay un número muy elevado hay que pensar qué está pasando, si psicológicamente no estás en un momento bueno, qué tienes que trabajar más. Hay un esfuerzo que hay que hacerlo».

La preparación de un colegiado es tanto o más profesional que la de los jugadores y es tanto previa como posterior a los encuentros. Se entrenan físicamente varios días a la semana y ven vídeos para conocer los sistemas de juego y el estilo de los jugadores, quiénes son más proclives a hacer pasos, a fingir, para estar preparados. Y después tienen el examen de los delegados de los partidos y se ven los vídeos para detectar sus errores. Una preparación que ha evolucionado a lo largo de los años porque el balonmano es ahora más físico y rápido que hace tres décadas. Y los árbitros, también.

Para Muro San José las dos claves del colegiado de balonmano son la ley de la ventaja, para favorecer el espectáculo, y marcar el listón defensivo a los equipos en los primeros diez minutos. Su experiencia le ha mostrado que en los países nórdicos son más respetusos con los colegiados aunque asegura que la grada no influye en el arbitraje. «Se han dado casos que igual estaban mis hijas en la grada y había personas al lado que te estaban insultando y, a la vez, diciendo a mi hija, ‘qué bonita eres’. Y mi hija no entendía nada, ‘si se están metiendo contigo, papá’. Sí me gustaría que la educación deportiva mejorara, sobre todo en lo preventivo». Ahora Muro San José quiere dejar descansar el silbato y dedicarse a su familia, a sus tres niñas de 16, 11 y 5 años, a disfrutar de los fines de semana, por fin libres tras 34 años.