Durante una hora, César Láinez realizó ayer por la tarde todo tipo de ejercicios de estiramiento en A Madroa, las instalaciones donde entrena el Celta, para comprobar lo que ya se intuía desde el principio de la semana: no podrá jugar hoy en Balaídos porque el abductor de su pierna derecha se lo impide. Víctor Muñoz era consciente de la dificultad de la recuperación del portero, sustentada más en un posible milagro que en la realidad del estado físico del futbolista, quien puso fin a la prueba sin haber golpeado siquiera el balón y con un significativo gesto de resignación. "Me sigue molestado", dijo mientras se retiraba camino de los vestuarios. Pero el técnico, quien desplazó a Zaparaín en previsión de lo que se prevía, le hizo viajar con la lejana esperanza de que le sorprendiera con una magnífica noticia que no llegó. Conclusión: Valbuena será titular, lo que en un principio ni es bueno ni malo sino todo lo contrario.

Lo que hubiera sido excelente es que Láinez estuviera bajo los palos, y esta apreciación viene avalada por su gran rendimiento esta temporada y por el hecho de que Víctor desvelara sin ningún tipo de velo protocolario el grado de importancia que tiene para él la participación de un futbolista imprescindible en este equipo. Láinez corrió con Lapuente, estiró con Míchel e hizo en solitario varias series de abdominales, mientras Valbuena y Zaparaín quedaban en un visible segundo plano, participando en un breve partido donde se comprobó que ante el Celta actuarán los mismos que empataron con el Espanyol. Salvo Láinez, que verá el encuentro en la grada.

IMPREVISIBLE En el partido de la tranquilidad casi definitiva en caso de victoria, la responsabilidad de la portería recaerá en manos de Raúl Valbuena, un portero de reacciones imprevisibles que en el Real Zaragoza no ha logrado transmitir la seguridad que implica su puesto. Más popular por sus errores que por sus aciertos en las ocasiones en que ha cubierto desde el principio, o por lesión temprana, la ausencia de Láinez en la Liga (fuera en Anoeta (3-1), El Sardinero (1-2) Sánchez Pizjuán (3-2) y Valladolid (1-2), y en casa frente a Albacete (0-1), hoy pasará un nuevo examen para conocer si sus cualidades están o no a la altura de las circunstancias.

Si importante será el rendimiento que ofrezca Valbuena, no lo será menos lo que den de sí sus compañeros en una cita de primer orden. El Celta, maltratado por las bajas por lesión, las dudas de última hora, la marcha de Cavallero a la selección argentina y sus oscuros asuntos internos, está en las últimas no sólo posicionalmente en la clasificación, sino en el ánimo. Al equipo gallego sólo le sirve el triunfo frente a un conjunto aragonés que presenta una racha más que interesante de buenos resultados y una Copa ganada al Madrid. El fútbol se escribe en presente, y por eso, de salida, el Real Zaragoza tiene la palabra.

Si vence al equipo de Antic --incluso si empata--, a la permanencia le quedarán un par de retoques, pero si pierde, el asunto se le puede torcer. El encuentro, por la agonía de los gallegos y por la propia necesidad zaragocista, se anuncia tormentoso. Además, del Celta mejor no fiarse. Proclive al desmoronamiento psicológico si recibe un gol, tiene a su favor un puñado de futbolistas que hacen bandera de la anarquía y del buen gusto. Por lo general esa desvinculación colectiva les lleva al fracaso, pero, en ocasiones, de ella extraen un juego primoroso y letal. La clave está en que el Zaragoza ordene y mande siempre.