"Algún día quiero jugar aquí", le dijo el pequeño Xavi Aguado a su tío, que era el familiar que le llevaba de la mano al Camp Nou para ver de vez en cuando los partidos del Barça. Su deseo se cumplió desde 1990 hasta la noche de Reyes del 2002, con la camiseta del Real Zaragoza, donde se convirtó en una leyenda como capitán y futbolista que más encuentros ha disputado en la historia del conjunto aragonés. No faltó a una sola cita a ese estadio, una docena de encuentros con tres generaciones diferentes de compañeros y la frustración de no haber ganado jamás en Liga ni en Copa. Sí lo hizo en una ocasión, en la Supercopa, con aquel épico 4-5 en 1994 tras el que fueron recibidos como héroes pese a no conquistar el trofeo. El 0-2 de Stoichkov en la ida resultó insuperable.

Nadie mejor que él conoce, desde la otra orilla, la del visitante, el escenario que le espera este sábado al equipo de Javier Aguirre. Debieron ser 1080 minutos, el pleno, pero en la temporada 1996-1997 el colegiado Barrenechea Montero, que ya había expulsado al meta Konrad antes, mostró también la tarjeta roja a Xavi a falta de cinco minutos para el final. En la ida, se habían gestado dos frases imborrables, el "Rafa no me jodas" de Mejuto González y una anterior del mediático Rafa Guerrero que le acompaña de por vIda "ha sido el 6, penalti y expulsión". Mourinho, por entonces, segundo de sir Bobby Robson, se encargó de que no hubiera compensaciones por el atropello de La Romareda. "Estuvo toda la semana hablando sin parar de los colegiados. Sí, fui expulsado aquí y allí", rememora.

Xavi Aguado aún sonríe cuando recuerda una anécdota protagonizada por el Kily González en el instante de irse hacia los vestuarios. "Vino como loco hacia mí, me quitó el brazalate de capitán y lo escondió detrás de un poste de la portería.'¿Kily, qué haces?', le dije, pero no me lo explicó. Más tarde, ya en el vestuario, me comentó que en Argentina la sanción para el capitán era más severa".

Al hotel de concentración fue el grueso de la familia Aguado, siempre encabezada por su padre, el entrañable Higinio. El central tenía 22 años el 4 de mayo de 1991 y estaba como un flan. Iba a debutar en el Camp Nou a las ocho de la tarde. "Era un manojo de nervios. Además el Real Zaragoza estaba en una situación delicada aquel año, en el que terminamos disputando la permanencia contra el Murcia. Víctor Muñoz, que era nuestro estandarte en su regreso al club, sufrió unas molestias estomacales y no pudo jugar". La primera derrota (2-1) de sus doce intentos por vencer donde solo se ha logrado en un par de ocasiones en el torneo doméstico, la última con el gol de Canario en 1965, tres años antes de que naciera Xavi en Badalona.

El Camp Nou intimida pero no asusta. "Es un estadio que impresiona por su magnitud, pero no llegas a sentirte presionado por una afición que va al fútbol como quien va a la ópera. La gente solo se enciende con los goles, las jugadas de excelencia y los errores arbitrales. El resto del partido lo juegas sin presión ambiental alguna. No existe una animación constante, ni cánticos". El exfutbolista sí subraya, sin embargo, que el día que se redujo el aforo,en 1998, sintió algo especial. "Se llenó hasta la bandera. 120.000 personas acudieron a ese partido. Espectacular".

Para el excentral, las razones por las que jamás venció en casa del Barça en su trayectoria profesional con el Real Zaragoza fueron "la coincidencia con equipos sensacionales como el Dream Team, algún que otro arbitraje y la falta de fortuna para cerrar un resultado muy favorable". Se refiere al 4-4 del curso 2000-2001. "A falta de diez minutos para el final íbamos 2-4 y ellos estaban desquiciados". Habían marcado Esnáider, Jamelli, José ignacio y de nuevo Esnáider. Tuvo el equipo aragonés otro tanto en una doble ocasión de Jamelli y Esnáider. Vellisca asistió mal al argentino en otra oportunidad para aumentar la ventaja, error que persiguió al pequeño extremo desde ese instante hasta el autobús, donde hubo que calmar al delantero en su eterna recriminación por el mal pase de su compañero. Juanmi también se llevó lo suyo de Gardel. "Acortó distancias Kuivert y en el 90, Rivaldo sorprendió a Juanmi por su palo en una falta directa y nos empataron".

No hubo forma, ni antes ni después. A Aguado, pese a todo, se reserva para la vitrina de sus recuerdos el haberse medido a algunos de los mejores delanteros de todos los tiempos. "Begiristain siempre nos la armaba, y Ronaldo era eso, un fenómeno prácticamete imparable, una máquina goleadora especialmente motivada contra nosotros. El más difícil de parar para mí fue Romário. Su centro de gravedad bajo y esa capacidad para cambiar de ritmo en dos o tres metros, te destrozaba. No era constante, pero sí demoledor cuando aparecía con ese toque corto y habilidoso".

El eterno capitán zaragocista se ha convertido en un experto analista del Barça. Indica qe será muy complicado que el conjunto que dirige Aguirre le sorprenda en el maldito Camp Nou. "El actual es mejor que el de Johan Cruyff, que era fantástico por su potencial ofensivo, pero muy vulnerable en defensa. Dejaba muchos huecos por sus riesgos atrás. El de Pep Guardiola posee la misma finura y ambición atacante y además se ajusta mucho mejor en labores de contención. Solo hace falta ver cómo se emplea Messi en la presión para entenderlo". Considera que gran parte del éxito de esa perfecciçon pertenece a Guardiola. "Ordenaba, mandaba y situaba a sus compañeros dentro del campo. Se le veía fiel a unas ideas que nunca ha traicionado y que ha reforzado como técnico por su sincera apuesta por la juventud y la cantera".

Visitó como jugador el Camp Nou en las Navidades del 2001 con la selección catalana ante Chile y el día de Reyes del 2002, volvió con la casaca del Real Zaragoza sin saber que iba a ser su último encuentro en el estadio donde soñaba de pequeño con jugar alguna vez. Contra el Tenerife, cuatro jornadas después, se lesionó sin remedio en el minuto 13. Se van a cumplir diez años de su adiós y el Real Zaragoza sigue sin ganar. Xavi Aguado siempre estuvo allí para intentarlo. Aún lo está, con Higinio a su lado.