Los dos padres de los jugadores de categoría alevín del Club Atlético Ranillas que fueron detenidos en enero del año pasado por insultos racistas al árbitro se sentaron ayer en el banquillo del Juzgado de lo Penal número 2 de Zaragoza. Tras la celebración de la vista, la Fiscalía pidió para cada uno una condena de 18 meses de cárcel, al aumentar el delito de amenazas que les imputaba inicialmente con una agravante por delito de odio, por los tintes racistas de su acción. Si no tienen antecedentes, en principio no entrarían a prisión.

El afectado y el Ayuntamiento de Zaragoza, personado también como acusación particular, se pronunciaron en términos parecidos. Además, si resultan condenados, tendrían que abonar a la víctima unos 1.000 euros por daños morales, según consideran las acusaciones.

Los acusados negaron los hechos, pero el árbitro, Mamadou Sow, de 22 años, recordó que le amenazaron con esperarle a la salida, y le dijeron «bien pitado, negrito», entre otros insultos.

Los hechos, como en su día fue publicado, ocurrieron el 28 de enero del año pasado, durante la disputa de un encuentro de Segunda Alevín entre el Atlético Ranillas B y el Helios A. Eran niños de entre 10 y 11 años, entre ellos, en el primer equipo, los hijos de los dos acusados. Durante el primer tiempo comenzaron a meterse con el árbitro, aparentemente ebrios, y el colegiado llegó a suspender el encuentro. El incidente se agravó con la intervención de otro padre del mismo club, que afeó la conducta a los otros dos, y llegó a acudir la Policía Nacional. Los alborotadores se calmaron y los agentes se marcharon.

Sin embargo, al finalizar el encuentro, retomaron los insultos y amenazas, hasta el punto de enzarzarse con el joven árbitro y con otro padre que intervino para evitar que siguieran insultándole. La reiteración motivó que volviera a acudir una patrulla policial, y en aquella ocasión se llevaron a ambos detenidos por los mismos delitos que finalmente les imputan, amenazas y odio.

Tras el incidente, el Club Atlético Ranillas informó de la expulsión como socios de ambos acusados, si bien los hijos pudieron seguir jugando con el club. Según fuentes de la entidad, no era el primer incidente que protagonizaban, aunque ninguno había sido tan grave.

El caso zaragozano coincidió además con varias agresiones a colegiados por parte de padres y de jugadores por toda España.