Ganó la Juve. Ganó y marcó tres goles. Pero Cristiano Ronaldo, en su debut en la Serie A, se marchó sin firmar ni un solo tanto. Ganó de forma agónica la Juve (2-3) remontando un partido que se la había complicado porque el Chievo le había dado la vuelta al tanto inicial de Khedira. Ganó la Juve, dejó destellos, sobre todo en la segunda mitad el exjugador del Madrid, pero volvió a Turín maldiciendo su desgracia ante Sorrentino, el guardameta que frustró todas sus esperanzas de arrancar con un gol.

De tanto mirar a Cristiano, la Juventus se olvidó de defender, cometiendo errores impropios de una vieja señora. Tenía el partido en su mano antes incluso de que comenzara porque a los tres minutos una falta lateral le abrió el camino del triunfo. Tenía a la estrella portuguesa, pero el gol llegó a balón parado. Un cabezazo de Chiellini en el corazón del área del Chievo permitió a Khedira convertirse en el primer goleador de la nueva Juve.

A partir de ahí, poca cosa de Cristiano, convertido ya definitivamente en un delantero centro. En un viejo nueve de toda la vida. Instalando su campamento base en el área del Chievo, escoltado por las piernas frescas y veloces de Cuadrado, que llenaba el carril derecho, y Douglas Costa ocupando el costado izquierdo. Por debajo en el marcador, Allegri situó a Cristiano por la izquierda y, del minuto 60 al 77, gozó de hasta tres ocasiones claras de gol. Sorrentino se lo paró todo, pero acabó lesionado precisamente tras un golpe con el portugués, y el Chievo terminó fundido.